Esta descubrimiento se considera como el segundo más importante desde la tumba de Tutankamón.
Arqueólogos egipcios han descubierto una “ciudad perdida” de 3 mil años de antigüedad enterrada bajo las arenas de Luxor, hogar del famoso Valle de los Reyes del Valle del Nilo. Esto se convierte en el más reciente hallazgo de una maravilla de la época faraónica en momentos en que Egipto trata de reactivar su industria turística.
La ciudad perdida, conocida como ‘El Ascenso de Atón’, data del reinado de Amenhotep III, que comenzó alrededor del año mil 390 a.C., y fue utilizada posteriormente por sus sucesores, entre ellos Tutankamón, según un comunicado publicado este jueves por la misión egipcia que realizó el hallazgo.
“El descubrimiento de esta ciudad perdida es el segundo hallazgo arqueológico más importante desde la tumba de Tutankamón”, dijo en el comunicado Betsy Bryan, profesora de arte y arqueología egipcia en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore.
Ofrece “una rara visión de la vida de los antiguos egipcios en la época en la que el imperio estaba en su punto más rico”, agregó.
El anuncio se produce menos de una semana después de que Egipto organizara un desfile para trasladar 22 momias reales a un nuevo museo de El Cairo que celebra el patrimonio antiguo del país. La procesión, que contó con camiones adornados con diseños faraónicos, fue cuidadosamente coreografiada para reforzar el interés en la importante industria turística de Egipto, que se ha visto afectada por la pandemia de COVID-19.
Las excavaciones del equipo dirigido por el arqueólogo egipcio Zahi Hawass empezaron en septiembre de 2020 y pronto encontraron una ciudad grande y bien conservada, con murallas intactas, una panadería y hornos, tumbas y habitaciones llenas de utensilios, así como anillos, escarabajos y cerámica de colores. La misión se realizó conjuntamente con el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.
Los registros históricos sugieren que el asentamiento constaba de tres palacios reales pertenecientes al rey Amenhotep III, así como del centro administrativo e industrial del imperio. Los ladrillos de barro con el sello o cartela del faraón confirmaron la datación de la ciudad.
Los trabajos posteriores en el yacimiento podrían ayudar a explicar lo que Betsy Bryan describió como uno de los mayores misterios de la época: ¿Por qué el hijo de Amenhotep III, Akenatón, y su esposa Nefertiti trasladaron la capital de la dinastía a una nueva ubicación en Amarna?