Los talibanes siguen asentándose en el poder en Afganistán dos décadas después de haber sido depuestos por cobijar a los cerebros de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos.
Los islamistas de línea dura retomaron el poder el 15 de agosto, tras una ofensiva relámpago y aprovechando las caóticas últimas semanas de la ocupación liderada por Estados Unidos, que duró 20 años, tras los mortíferos atentados de 2001.
En un deseo de mostrar que la situación está controlada y es prácticamente normal, Pakistan International Airlines (PIA) anunció que reanudará los vuelos a Afganistán a partir del lunes.
Durante toda la semana habían circulado rumores de que los talibanes podrían aprovechar el aniversario del 11-S para entronizar oficialmente a su nuevo gobierno, pero hasta principios de la tarde no hubo ningún anuncio.
“Este es un día para Estados Unidos, no para Afganistán”, estimó Muhamad Alzoad, empleado de un banco. Para él, el 11 de septiembre “no tenía nada que ver con Afganistán, pero nos hizo sufrir”.
Los atentados contra Estados Unidos fueron planeados por el líder de Al Qaida, Osama bin Laden, que se había refugiado en Afganistán después de que los talibanes tomaran el poder en 1996. Cuando los talibanes se negaron a entregarlo, Estados Unidos dirigió una invasión masiva e instaló un nuevo gobierno que pasó a depender totalmente de la ayuda de Occidente para sobrevivir.
Los talibanes han prometido una gestión más abierta que durante su riguroso gobierno entre 1996-2001. No obstante, en los últimos días reprimieron violentamente las protestas que estallaron contra su gobierno en Kabul y otros lugares, y mataron a tiros a dos personas.
También detuvieron y golpearon brutalmente a algunos periodistas que cubrían las protestas, antes de prohibir las manifestaciones, a menos que las autorice la justicia. Sin embargo, el sábado se permitió a decenas de mujeres cubiertas con un velo negro integral manifestarse en apoyo a los talibanes.
Asimismo, unas 300 mujeres vestidas de forma similar se reunieron en una sala de conferencias de una universidad de Kabul para escuchar a los oradores ensalzar las virtudes de las políticas de los talibanes.
“Estamos en contra de esas mujeres que protestan en las calles pretendiendo representar a las mujeres afganas”, dijo una de las participantes.
Durante su primer régimen, los talibanes pisotearon los derechos de las mujeres y restringieron sus libertades más simples, como estudiar, trabajar o salir a la calle solas. Esta vez, los talibanes han dicho que se permitirá a las mujeres asistir a la universidad siempre y cuando las clases estén segregadas por sexo o, al menos, separadas por una cortina.
El nuevo régimen también anunció que prohibirá la práctica de deportes a las mujeres, incluyendo el críquet, considerado el deporte nacional.
En un paso hacia la normalización económica, el aeropuerto de Kabul recibirá el lunes un primer vuelo comercial desde que los talibanes tomaron el poder el mes pasado, procedente de Islamabad.
A finales de agosto, el aeropuerto de Kabul vivió momentos de caos cuando miles de afganos, aterrados por el retorno de los talibanes, intentaron montar desesperados en alguno de los aviones que estaban evacuando a ciudadanos extranjeros y afganos que habían trabajado en estos años para países extranjeros.
En total, 123.000 personas fueron evacuadas en unas dos semanas, un periodo marcado por el sangriento atentado suicida perpetrado por el Estado Islámico en la zona del aeropuerto de Kabul, en el que murieron más de 100 personas.
Los talibanes se han esforzado por volver a ponerlo en funcionamiento con ayuda técnica de Catar. Dos vuelos, pero no comerciales, despegaron de Kabul el jueves y el viernes, con destino a Catar, llevando a bordo a personas que querían salir del país, la mayoría de ellas con pasaportes extranjeros.