En una tarde tormentosa de mediados de noviembre, un enorme carguero abandonado se soltó de sus amarras y flotó lentamente hacia el enorme puente de hormigón que usan los automóviles para cruzar la bahía brasileña de Guanabara hasta Río de Janeiro.
La Marina brasileña dijo que el “Sao Luiz”, un buque de 200 metros de eslora construido en 1994 y cubierto de óxido, llevaba más de seis años anclado en la bahía a la espera de un proceso judicial antes de estrellarse sobre el agua contra el puente más largo de América Latina. La Marina afirmó que está investigando el suceso.
“El ‘Sao Luiz’ sigue hoy en el puerto de Río, con 50 toneladas de fuel“, dijo a Reuters Sergio Ricardo, cofundador del grupo socioambiental “Movimento Baia Viva”, que también advirtió de altos niveles de corrosión. “El barco es inseguro y puede causar un desastre medioambiental”.
En todo el mundo, los problemas financieros y legales son motivos habituales para que los propietarios abandonen los barcos. El “Sao Luiz” es uno de las docenas de barcos abandonados a su suerte en la emblemática pero muy contaminada bahía, antaño hogar de vastos manglares y próspera vida marina.
Los manglares están ahora muy reducidos y la contaminación se exacerba por el cementerio de barcos que amenaza la vida de los caballitos de mar, las tortugas verdes y los delfines de Guayana, símbolo de Río de Janeiro.
Un estudio de la Universidad del Estado de Río de Janeiro reveló este año que solo quedaban 34 delfines de Guayana en la bahía, frente a los cerca de 800 que había en los años 90.
Además del impacto de los barcos en la vida marina y en las embarcaciones que pasan, que deben sortear una carrera de obstáculos de cascos a medio flotar, la contaminación de la bahía impone un coste financiero de decenas de miles de millones de reales al año con su polución, estimó Ricardo.
Fernando Pinto Lima, un antiguo pescador de 62 años de la bahía, dijo a Reuters que solía capturar rápidamente entre 50 y 100 kilogramos de pescado en sus salidas. “Ahora, para pescar 50 kilos, tardarás una semana o un mes”, dijo.
Tras el accidente del “Sao Luiz”, los medios locales dijeron que las autoridades están estudiando cómo eliminar los barcos fantasma. No obstante, las embarcaciones abandonadas siguen pudriéndose sobre y bajo sus fangosas aguas.