Treinta y siete años después del desastre de Chernóbil, una planta nuclear hoy en día desconectada y que no genera electricidad, todavía muestra las huellas de su ocupación en 2022 por tropas rusas mientras preocupa la situación en la mayor central de Europa, la de Zaporiyia en Ucrania, en poder de los invasores.
“El accidente de Chernóbil dejó una gran cicatriz en el todo el mundo. La fuga de radiactividad transformó una zona bonita y desarrollada en otra de exclusión, con alta concentración de radiación”, dijo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en su canal oficial de Telegram, tras recordar los esfuerzos de las cerca de 500,000 personas que trabajaron para limitar los daños.
El 26 de abril de 1986 una explosión destruyó el cuarto reactor de la planta y liberó grandes cantidades de material radioactivo a la atmósfera. Fue transportado por el viento a zonas de Ucrania, Bielorrusia, Rusia y también a Escandinavia y otras partes de Europa.
Unas treinta personas murieron en la explosión por el impacto radiactivo en unas semanas mientras millones pueden haber resultado afectadas. Las autoridades soviéticas ocultaron inicialmente la escala del desastre al público mientras se hacía un inmenso esfuerzo en limitar los daños.
Se evacuó a 350,000 residentes de ciudades y pueblos en la Zona de Exclusión alrededor de la central, que permanece en su mayor parte deshabitada y bajo estricto control aún hoy.
El reactor destruido fue cubierto por un “sarcófago” construido a prisa en 1986 que posteriormente fue a su vez cubierto por una nueva estructura en 2016 para prevenir nuevas fugas.
La catástrofe tuvo un gran impacto político y cultural y algunos historiadores ucranianos consideran que contribuyó a la desintegración de la Unión Soviética, al mellar la reputación de las autoridades de Moscú.
La invasión rusa ha revivido los penosos recuerdos del accidente nuclear después de que tropas del ejército invasor, procedentes de la vecina Bielorrusia, se hicieran con el control de la planta el 24 de febrero de 2022.
Durante la ocupación, que duró hasta el 31 de marzo, los rusos dañaron y vandalizaron equipos de medición, telecomunicaciones, y material informático y de oficina, declaró este martes Oleg Korikov, responsable de la agencia ucraniana de vigilancia de la seguridad nuclear.
En el aniversario de Chernóbil, la situación de Zaporiyia inquieta en Ucrania
Aunque no se informó de enfrentamientos las tropas rusas quedaron expuestas a un elevado impacto radiactivo tras cavar trincheras en la parte más contaminada de la Zona de Exclusión, la conocida como Selva Roja.
La mayor parte de las instalaciones de vigilancia han vuelto a estar operativas y una misión del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) está desde enero en el lugar para aportar ayuda en relación con la seguridad nuclear.
El OIEA y doce países están ayudando en la recuperación de la estación tras la ocupación mediante la sustitución de los equipos dañados y garantizando el suministro de componentes, dijo Korikov a la prensa.
La situación en otra planta, la mayor de Europa, en Zaporiyia, es sin embargo compleja. La estación ha estado bajo ocupación rusa durante casi catorce meses.
“Tenemos que hacer todo para evitar que el estado terrorista use las instalaciones de energía nuclear para chantajear a Ucrania y a todo el mundo”, subrayó Zelenski este miércoles.
Sigue siendo elevado el peligro de una fuga radiactiva, tres veces más potente que la de Fukushima (Japón), con sus efectos potenciales a largo plazo en los países vecinos de la Unión Europea, Moldavia y Turquía, según Olga Kosharna.
Kosharna dijo a EFE que la estación se alimenta actualmente solo con una línea de alto voltaje que puede quedar dañada en cualquier momento por los ataques y que Rusia está evitando que se reparen las otras tres. Como resultado de ello, la planta ha tenido que depender en varias ocasiones de generadores de corriente de apoyo para garantizar que se refrigeran los reactores y su combustible radioactivo.
Se ha podido evitar hasta ahora un accidente grave gracias a la profesionalidad de su personal ucraniano, destacó Kosharna.
Añadió que estos trabajadores han sido objeto de amenazas y, en algunos casos, abusos físicos por la intención rusa de controlar totalmente la planta mediante sus tropas y equipos militares presentes en la planta.
Es una prioridad para la comunidad internacional, según Kosharna, que se garantice que “todos los terroristas nucleares, incluidos los dirigentes rusos”, son hechos responsables por sus acciones en Ucrania.