El presidente francés, Emmanuel Macron, presentó este viernes “un nuevo consenso” internacional sobre una panoplia de ideas generales que deben permitir financiar al mismo tiempo la lucha contra la pobreza y por el planeta, pero su concreción en medidas, si llega, tardará.
Al exponer las conclusiones de la llamada “cumbre para un nuevo pacto financiero mundial”, de la que fue el gran promotor y el anfitrión, Macron explicó que ahora son los países participantes los que tienen que decidir si las asumen, pero advirtió del riesgo de dejar pasar esta oportunidad.
Macron aseguró que, de la “discusión muy libre” que ha reunido en París a una cuarentena de jefes de Estado y de Gobierno, lo que han salido “no son sólo palabras, sino mecanismos de acción”, así como la voluntad de construir unidad en la comunidad internacional.
“Si fracasamos, iremos a una fragmentación de las instituciones internacionales”, añadió, después de referirse a la situación delicada que atraviesan esas instituciones, en un contexto marcado por la desconfianza de muchos países del Sur sobre su representatividad, por las tensiones entre Estados Unidos y China, y por la fractura que ha generado la invasión rusa de Ucrania.
El presidente francés explicó que todos los participantes están de acuerdo en que hay que eliminar la pobreza en el mundo y proteger el planeta, y que eso necesita lo que él ha llamado “un electrochoque de financiación” de dinero público y capitales privados.
Porque el objetivo es que “ningún país tenga que elegir entra la lucha contra la pobreza y la protección contra el cambio climático”.
Pero a la hora de concretar las soluciones, casi todo está por hacer y aunque la cumbre no tenía mandato para tomar decisiones, los resultados pueden parecer magros a la vista de la insistencia de los líderes de países del sur en que querían medidas concretas.
Macron defendió el principio de “una financiación internacional” mediante impuestos a las actividades que más se están beneficiando de la globalización, y en particular al transporte marítimo, pero ante las reticencias de varios países con fuertes intereses en ese sector, pasó la pelota a la Organización Marítima Internacional (OMI), que debería abordar esa cuestión en julio.
Para el presidente francés, la puesta en marcha de ese tipo de impuestos, que potencialmente también podrían gravar las transacciones financieras o los billetes de avión, se tendría que discutir en un marco como la OCDE, que ya ha permitido establecer un tipo mínimo a nivel mundial al impuesto de sociedades.
Todos los participantes coincidieron en la necesidad de una reforma en profundidad del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), que recibieron críticas en algún caso acerbas de mandatarios de países del Sur.
La directora ejecutiva del FMI, Kristalina Georgieva, y el presidente del BM, Ajay Banga, asumieron el reto y señalaron algunas líneas de cambio.
La primera anunció que se ha convenido redirigir para las necesidades de los países más vulnerables 100,000 millones de dólares de los derechos especiales de giro, que son como el fondo de reservas internacionales del FMI.
El segundo avanzó que se trabaja en una cláusula que los países endeudados podrán activar para suspender los reembolsos en caso de sufrir una catástrofe.
La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, se mostró convencida de que esta cumbre, organizada por Macron, “es una etapa importante para reformar la arquitectura financiera para que sea más reactiva” y señaló varias líneas de progreso.
En particular, el proyecto para que los bancos multilaterales de desarrollo puedan movilizar 200,000 millones de dólares en capacidades de préstamo en los diez próximos años.
Macron convocó a los participantes a una nueva cumbre dentro de dos años para hacer un seguimiento de lo acordado, y anunció que se hará un informe cada seis meses para monitorizar el cumplimiento.