Las recientes restricciones impuestas por Washington para limitar las inversiones de Estados Unidos en ciertas empresas tecnológicas chinas han generado tensiones con Pekín. El Ministerio de Exteriores de China ha calificado estas medidas como formas de "coerción económica y acoso tecnológico" y ha instado a la administración de Joe Biden a retirarlas de manera inmediata.
Las tensiones se centran en la percepción de que las restricciones contradicen la promesa de Biden de no desconectar las relaciones con China. Aunque desde Estados Unidos se argumenta que estas medidas están dirigidas a sectores específicos debido a sus posibles implicaciones en capacidades militares, de inteligencia y cibernéticas en China.
La orden ejecutiva de Biden prohíbe a las compañías estadounidenses de capital de riesgo invertir en tres sectores estratégicos de la economía china: semiconductores, computación cuántica e inteligencia artificial.
Este paso marca una de las medidas más significativas de la administración Biden para restringir las inversiones estadounidenses en China. Las discusiones sobre estas restricciones han tenido lugar durante meses con los miembros del G7, a quienes Washington ha instado a tomar medidas similares.
China ha expresado su firme oposición a estas restricciones y ha presentado una queja formal ante Estados Unidos. Pekín sostiene que Washington está utilizando la noción de seguridad nacional para frenar la inversión en China con el objetivo de obstaculizar el desarrollo chino y mantener su propia supremacía.
Las restricciones también han suscitado preocupaciones sobre su impacto en las normas económicas y comerciales internacionales, así como en las cadenas industriales y de suministro a nivel global.
Mientras Pekín insta a Estados Unidos a abandonar la politización de los asuntos comerciales y tecnológicos y a retirar de inmediato estas restricciones, analistas sugieren que estas medidas pueden tener efectos perjudiciales para el desarrollo de la alta tecnología en China, dado el declive en la inversión extranjera.
Las próximas etapas de implementación de la orden ejecutiva incluyen un período de alegaciones en el que las partes interesadas, incluidas las empresas con inversiones en China, pueden contribuir con sus opiniones. También se está considerando la posibilidad de imponer cargos criminales a aquellos que violen las reglas establecidas por el gobierno estadounidense. Además, se está evaluando si se deben incluir excepciones que permitan a las empresas estadounidenses seguir invirtiendo en bonos y acciones de compañías tecnológicas chinas.
La entrada en vigor de la orden ejecutiva podría retrasarse hasta el próximo año, coincidiendo con el periodo de campaña para las elecciones presidenciales en las que Joe Biden busca la reelección. Mientras tanto, los republicanos aún deben seleccionar a su candidato en el proceso de primarias, donde Donald Trump figura como favorito.