En momento que aumenta la tensión entre Japón y China, el país nipón ha comenzado a verter agua tratada pero aún contaminada al océano Pacífico desde la planta nuclear de Fukushima, que fue afectada por el devastador terremoto de 2011. Esta decisión ha desencadenado un conflicto diplomático, ya que China ha impuesto un veto a los productos marinos japoneses en respuesta al vertido.

El Ministro de Economía, Comercio e Industria de Japón, Yasutoshi Nishimura, expresó su firme rechazo a las restricciones impuestas por China, calificándolas de "inaceptables". Durante las reuniones de titulares de Comercio del G20 en Jaipur, Nishimura solicitó a China que retire estas medidas, argumentando que carecen de base científica.

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China, por su parte, justifica su veto alegando preocupaciones sobre la posible contaminación radiactiva de los productos acuáticos japoneses debido al vertido de agua tratada de Fukushima.

En respuesta a las declaraciones de Japón, China declaró:

“Publicaremos los datos relevantes con transparencia y continuaremos buscando la retirada inmediata de restricciones a las importaciones (de productos japoneses) que no estén basadas den datos científicos”, dijo este viernes Nishimura en rueda de prensa.

Tokyo Electric Power (TEPCO), la empresa encargada de operar la planta nuclear afectada, ha divulgado los primeros resultados de los análisis de agua marina realizados en las cercanías de la central. Estas mediciones, realizadas en puntos a 3 y 10 kilómetros de la tubería de vertido, indican que los niveles de radiación por tritio se mantienen "muy por debajo" de los límites legales establecidos por las autoridades japonesas. Esta información busca brindar tranquilidad sobre la seguridad del proceso de vertido y mitigar las preocupaciones tanto a nivel nacional como internacional.

OMS asegura que el vertido respeta normas de seguridad

Japón fijó un máximo de 1,500 becquereles por litro en el líquido que va a parar al Pacífico, casi siete veces menos que el tope establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el agua potable.

El portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, dijo hoy que los estándares que se están utilizando cuentan con el auspicio de esta y otras seis organizaciones internacionales.

Dichas normas “constituyen la referencia mundial para proteger a la población de los efectos nocivos de las radiaciones ionizantes”, explicó.

Además de TEPCO, el Gobierno japonés y el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OEIA) llevan a cabo sus propias mediciones de radiactividad en aguas en torno a la planta y tienen previsto publicar sus resultados de forma regular.

El OIEA, que cuenta con instalaciones propias en la central de Fukushima Daiichi, ya tomó muestras del agua procesada antes del vertido en la víspera y confirmó que se respetaban los niveles regulatorios.

Laboratorios independientes de varios países y las cooperativas pesqueras niponas también están tomando muestras y divulgarán sus resultados de forma paralela.