Este lunes los ciudadanos de Estados Unidos se tomaron un momento para recordar los trágicos eventos del 11 de septiembre de 2001, cuando extremistas islámicos secuestraron aviones comerciales y los utilizaron como armas mortales, impactando las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York y el Pentágono.
Mientras tanto, el presidente Joe Biden se encontraba en Alaska, culminando su viaje de cinco días a la India y Vietnam. En un gesto inusual, pronunció un discurso en una emotiva ceremonia en Anchorage, en lugar de hacerlo en Washington o Nueva York, como es tradicional en los presidentes.
La vicepresidenta Kamala Harris, junto con Douglas Emhoff y otros altos funcionarios, se unieron a las familias de las víctimas de los aviones que se estrellaron en las torres gemelas y a aquellos que perdieron la vida en el Memorial del 11-S, ubicado en el sitio donde alguna vez se alzaron los imponentes edificios, como un recordatorio perenne de la tragedia.
Mientras tanto, en Washington, al otro lado del río Potomac, las autoridades del Pentágono llevaron a cabo la ceremonia tradicional en la sede del ejército estadounidense.
Los ataques del 11 de septiembre dejaron un saldo de más de 3,000 vidas perdidas y llevaron al entonces presidente George W. Bush a lanzar una "guerra global contra el terrorismo". Esta guerra incluyó una intervención militar en Afganistán con el objetivo de capturar al líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. Bin Laden evadió la captura durante una década hasta que finalmente fue abatido en una operación estadounidense en su escondite en Pakistán en 2011, bajo la administración del entonces presidente Barack Obama.
Estos ataques del 11-S fueron el peor acto de terrorismo en territorio estadounidense desde el ataque japonés a Pearl Harbor en Hawái en 1941, en el cual murieron 2,400 personas.