Grecia se encuentra en medio de una crisis tras sufrir intensas lluvias que han sido calificadas como un "fenómeno meteorológico inédito" por las autoridades. En las últimas horas, se ha confirmado el descubrimiento de dos nuevos cadáveres de personas que estaban desaparecidas, elevando así el número de víctimas mortales a catorce.
Los últimos cuerpos encontrados pertenecen a un hombre de 65 años y su madre de 88, quienes habían desaparecido en la región de Karditsa, que ha sido la más afectada por las riadas. A pesar de los esfuerzos de búsqueda y rescate, tres personas, incluyendo una pareja de turistas austríacos que celebraba su luna de miel en el país mediterráneo, aún están desaparecidas.
Aunque no se han recibido más denuncias de personas desaparecidas, existe preocupación por el elevado número de trabajadores inmigrantes empleados en la agricultura, quienes residen en alojamientos improvisados y chozas y podrían haberse visto afectados por las inundaciones.
A pesar de que las lluvias han disminuido, existe una creciente preocupación por el riesgo de desbordamiento del río Peneo, cuyo caudal supera significativamente los niveles de seguridad. Como resultado, se ha ordenado la evacuación de varias comunidades a lo largo de sus orillas.
Hasta la fecha, un total de 4,250 personas han sido rescatadas desde el inicio de esta tragedia, según datos del cuerpo de Bomberos. El ministro de Protección Civil, Vasilis Kikilias, ha descrito la intensidad de las precipitaciones como "inédita" y ha calificado los daños en las infraestructuras como "enormes".
El profesor de Gestión de Desastres Naturales de la Universidad de Atenas, Efthimios Lekkas, advirtió que los daños podrían superar los mil millones de euros. Además de la infraestructura, la catástrofe también ha golpeado severamente a la agricultura griega, ya que las áreas afectadas albergan el mayor campo de cultivos del país.