El sábado, Hezbolá llevó a cabo un ataque con cohetes desde Líbano hacia el norte de Israel como respuesta al supuesto asesinato por parte de Israel de Saleh Arouri, alto mando de Hamas, en la capital libanesa unos días antes.
El líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, había advertido que su grupo tomaría represalias por el asesinato, indicando que la falta de respuesta haría a todo Líbano vulnerable a futuros ataques israelíes.
El ataque consistió en 62 cohetes dirigidos a una base de vigilancia aérea israelí en el monte Merón, con afirmaciones de impactos directos. También se reportaron ataques a dos puestos del ejército cerca de la frontera.
El ejército israelí confirmó que unos 40 cohetes fueron lanzados hacia Merón, mencionando un ataque a una base sin especificar si fue alcanzada. Aseguraron haber neutralizado la célula de Hezbolá responsable del ataque.
En represalia, Israel llevó a cabo ataques aéreos en el sur del Líbano, alcanzando las afueras de la aldea de Kouthariyeh al-Siyad, con informes de víctimas. Además, se informó de bombardeos en zonas fronterizas, incluida la ciudad de Khiam, aunque el ejército israelí no ha comentado al respecto.
Este episodio de escalada se enmarca en la guerra en curso entre Israel y Hamas, que ha dejado al menos 22,722 palestinos muertos en Gaza desde su inicio. La situación también coincide con la visita del secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, a la región en una gira diplomática urgente.
El responsable de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, hizo un llamado a evitar una escalada regional y a que Líbano no se vea arrastrado a un conflicto mayor.
En las últimas semanas, Israel ha ajustado su estrategia militar, reduciendo el asalto en el norte de Gaza y intensificando la ofensiva en el sur, con el objetivo declarado de debilitar a Hamas.
Mientras tanto, la situación humanitaria en Gaza se agrava, con la mayoría de la población palestina hacinada en zonas más pequeñas y continuos bombardeos israelíes.