El viernes 5 de abril, Jorge Glas, exvicepresidente de Ecuador y mano derecha del expresidente Rafael Correa (2007-2017), fue detenido nuevamente, sumando un nuevo episodio a sus siete años de enfrentamientos legales relacionados con corrupción, que él denuncia como una persecución política y 'lawfare'.
Su arresto desencadenó una serie de eventos diplomáticos tensos. En la noche del viernes, el Gobierno del presidente ecuatoriano Daniel Noboa irrumpió en la embajada mexicana en Quito para capturar a Glas, horas después de que México le otorgara asilo político.
Esta acción provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre Ecuador y México. Previamente, el gobierno ecuatoriano había expulsado a la embajadora mexicana por comentarios del presidente López Obrador que vinculaban el asesinato del candidato Fernando Villavicencio con la victoria electoral de Noboa.
La situación legal de Glas es compleja. Actualmente enfrenta cargos por presunto peculado en el caso 'Reconstrucción' de la provincia de Manabí, la más afectada por un terremoto en 2016. Anteriormente, había evitado la detención al refugiarse en la Embajada de México.
Glas, de 54 años, es ingeniero electrónico y ha sido una figura prominente en el gobierno de Correa desde sus inicios. Sin embargo, en 2017, tras acumular denuncias e indicios de corrupción, fue destituido de su cargo y puesto en prisión preventiva.
A lo largo de los años, Glas ha enfrentado múltiples condenas, incluyendo seis años de cárcel por asociación ilícita en el caso Odebrecht y ocho años por cohecho en el caso 'Sobornos', relacionado con financiamiento irregular a la Alianza País.
Los procesos judiciales siguieron su curso en los años siguientes mientras él seguía en prisión y acumuló hasta tres condenas, si bien una de ellas luego fue anulada.
Durante su tiempo en prisión siempre trató de encontrar la forma de salir en libertad al aducir una delicada condición de salud y de peligro contra su vida, a medida que la crisis carcelaria en Ecuador se agudizaba, con frecuentes matanzas entre criminales bandas rivales que controlan internamente las prisiones.
Así, logró salir temporalmente de la cárcel durante 40 días en abril de 2022, gracias a una polémica resolución judicial que fue anulada posteriormente.
A finales de 2023 se vio envuelto en una denuncia por presunta intimidación por parte de Soledad Padilla, una exasesora que le había dado asistencia durante su tiempo en la cárcel y que, según la denunciante, sufrió acoso por parte de Glas al no ver supuestamente correspondido su interés en formalizar una relación y enterarse que mantenía una relación sentimental con un asambleísta del grupo parlamentario del correísmo.
En cambio, Glas contra denunció tanto a Padilla por presunta extorsión al afirmar que supuestamente le había exigido recibir 350,000 dólares a cambio de no difundir las grabaciones de algunas de sus conversaciones que finalmente salieron a la luz.