Un reciente bombardeo ruso en Chernígov, al norte de Ucrania ha dejado al menos 17 personas fallecidas, incluyendo dos que murieron en el hospital, mientras que más de 60 resultaron heridas, entre ellas tres niños.
El ataque dañó infraestructuras sociales, un centro de educación, un hospital y 16 edificios residenciales, según las autoridades ucranianas.
Imágenes oficiales muestran escenas desgarradoras, con charcos de sangre y testimonios de residentes como Olga Samoïlenko, quien relató haber buscado refugio con sus hijos tras la explosión del primer misil.
El presidente Volodymir Zelensky ha lamentado profundamente el suceso, señalando que podría haberse evitado con suficientes defensas antiaéreas.
Zelensky ha reiterado su llamado a las potencias occidentales para obtener más ayuda en la lucha contra la invasión rusa, destacando la necesidad urgente de equipamientos de defensa antiaérea.
Chernígov, una ciudad de larga historia y una población de aproximadamente 285.000 habitantes, ha sufrido previamente la ocupación rusa durante la invasión de 2022.
A pesar de la retirada de las tropas, los ataques continúan, principalmente dirigidos hacia infraestructuras críticas y zonas densamente pobladas.
El alcalde de Chernígov, Oleksandr Lomako, ha informado que el bombardeo afectó una zona muy poblada y golpeó un edificio civil, subrayando la violencia indiscriminada de estos ataques.
La comunidad internacional ha condenado enérgicamente este tipo de acciones, instando a un cese inmediato de la violencia y reafirmando su apoyo a la soberanía y seguridad de Ucrania.