Dominique Pelicot, de 72 años, fue condenado este jueves a 20 años de prisión tras ser hallado culpable de drogar a su esposa, Gisèle Pelicot, durante más de diez años, con el fin de que decenas de hombres abusaran sexualmente de ella en su vivienda.
La sentencia, dictada por el tribunal de Aviñón, le otorga la pena máxima de prisión, y su nombre será incluido en el registro de delincuentes sexuales. Pelicot deberá cumplir al menos dos tercios de la condena en prisión, pero podrá solicitar la libertad condicional posteriormente.
El juicio, que ha conmovido a toda Francia, también implicó a 50 personas más, quienes fueron condenadas por su participación en los abusos.
La pena más alta después de la de Pelicot fue para un hombre de 63 años, quien fue condenado a 15 años por violar repetidamente a la víctima.
Otros acusados, como Jean-Pierre Maréchal, quien replicó las mismas prácticas de sumisión química utilizadas por Pelicot, recibieron sentencias de hasta 12 años.
El tribunal también determinó que seis de los acusados no cumplirán prisión, ya sea porque han cumplido parte de sus penas o por estar exentos de prisión. Este fallo generó protestas entre los asistentes al juicio, incluidos grupos feministas, que criticaron la diferencia de penas y la libertad de algunos de los involucrados.
Gisèle Pelicot, quien fue sometida a abusos por parte de su esposo y otros hombres durante más de una década, expresó su respeto por las sentencias dictadas, aunque destacó que su caso también representa a "las víctimas no reconocidas", cuya lucha debe ser visibilizada.
Tras la lectura de las sentencias, Gisèle leyó una breve declaración en la que aseguró que respetaba la decisión del tribunal.
Por su parte, la abogada de Dominique Pelicot, Béatrice Zavarro, expresó su disconformidad con la sentencia y no descartó apelar la decisión ante el Tribunal de Apelación de Nimes.
“Nos vamos a tomar los diez días que tenemos por delante para determinar si queremos volver a un juicio con un jurado popular”, comentó Zavarro, quien mostró su desacuerdo con la diferencia de penas entre su cliente y los demás acusados.
Este caso, descubierto en 2020 tras la detención de Dominique Pelicot por filmar los abusos, ha dejado una huella profunda en la sociedad francesa, destacando la gravedad de los abusos sistemáticos y la necesidad de justicia para las víctimas.