Francia se encuentra consternada tras el brutal asesinato de un musulmán en una mezquita en La Grand-Combe, en el sur del país. El crimen, que ocurrió el viernes, ha generado una ola de indignación y preocupación, mientras las autoridades intensifican la búsqueda del agresor, quien aún no ha sido capturado.
El presidente Emmanuel Macron condenó el ataque y reafirmó el compromiso de Francia con la libertad de culto. A través de un mensaje en redes sociales, expresó su apoyo a la comunidad musulmana y subrayó que "el racismo y el odio basados en la religión no tienen cabida en Francia". Por su parte, el primer ministro François Baroin calificó el hecho como una "atrocidad islamófoba", y el Consejo Francés de la Fe Musulmana (CFCM) condenó el ataque como un acto terrorista antimusulmán.
Según el fiscal Abdelkrim Grini, la principal hipótesis es que se trata de un crimen motivado por el odio religioso, aunque aún no se descartan otras posibles motivaciones. El ataque ocurrió cuando el agresor, un joven de unos 20 años, apuñaló a la víctima, Aboubakar Cissé, un musulmán maliense que limpiaba la mezquita antes de las oraciones. El atacante grabó el crimen con su teléfono y lo compartió en redes sociales, insultando al islam.
La víctima no fue descubierta hasta varias horas después, cuando otros fieles llegaron a la mezquita. El agresor, identificado como Olivier A., un ciudadano francés de origen bosnio, sigue prófugo y se considera "extremadamente peligroso". Las autoridades han movilizado a más de 70 agentes para localizarlo, mientras la investigación continúa.
En respuesta al crimen, se ha convocado una protesta contra la islamofobia en París, donde se guardará un minuto de silencio en memoria de la víctima. La comunidad y diversos grupos políticos han expresado su rechazo a este ataque, que pone en evidencia la creciente preocupación por la violencia islamófoba en Francia.