Las instituciones responsables afirman que están dadas las garantías, hay que creerles. Dos de estas han hecho lo que deben: por un lado la administración del doctor Marco Antonio Adame Castillo públicamente se ha manejado escrupuloso, son sumo cuidado, responsable y no se observó que siquiera a su partido favoreciera. Neutral, haciendo la tarea que le corresponde: de gobernar y respetar para todos y a todos. Adame tiene una preferencia. Los días de asueto lo manifiesta, pero no aquí en Morelos, eso ratifica lo que arriba decimos, su actuación respetuosa e institucional. Adame, hombre hecho, vive tranquilo el momento, sabe que el reloj marcha como es y punto.
El otro: el Instituto Estatal Electoral que preside el ingeniero Oscar Granat Herrera no ha mostrado durante el proceso titubeo alguno y menos preferencia. Hace su papel de árbitro y con su equipo buscan sacar lo más limpia esta elección. A estas alturas del encuentro, lo mejor es llegar al silbatazo final con saldo blanco. Granat ha sido, sin duda, un personaje de manejo institucional que ha tenido una labor imparcial y no será por esa instancia donde surjan los chubascos.
Ya, mañana son las elecciones y es justo serenar los ánimos y que no se caliente el ambiente, más con las informaciones y contra informaciones. Nos referimos a los actores centrales y el reparto de los partidos. Estas justas siempre llevan altas dosis de ingredientes de todo tipo, negativos y buenos. El derecho al voto, la obligación ciudadana de hacerlo no debe confundirse. Seguro está decidido vencedores y derrotados de acuerdo al trabajo que hayan hecho. Han pasado 90 días para ello, el que lo aprovechó bien, el que no, ya se verá. Es obligación de los dirigentes de partido, de candidatos, de operadores, de jefes de grupos de todos los colores, orientar la elección, que los urjan a llegar a la casilla a cumplir y que de la mano les pidan una actuación que deje a un lado la pasión.
Natural que haya conflictos en casillas o en sus inmediaciones, porque si bien una elección se gana con el trabajo previo hasta cinco o siete días antes del día definitivo, hay que cuidarla porque en un santiamén se descompone. Si va a ganar el mejor o el menos malo, ya lo vamos a saber, así que para qué adelantar vísperas, en cada distrito, municipio y en el mismo gobierno. Ya empiezan a buscar culpables cuando no saben la última decisión, lo que marca estados de ánimo y seguramente conflictos emocionales internos, algunos tan serios que pueden generarles trastornos personales, ya no hablemos de los políticos. Pero esos son asuntos que arreglaran cada quien con sus cada cuáles.
Hoy para que mañana se amanezca con esa idea: hay que cumplir con la obligación ciudadana y regresar con la familia, a que cada quien haga lo que saben, unos a ver la televisión, otros irse al cine y los que están inmersos de una u otra forma, a monitorear la televisión y meterse en el torbellino electoral que, por gracia de los tiempos, legalmente se acaba en unos días.