Contentos y optimistas, los biólogos mexicanos, Elisa Nava y David Santillán, llegaron a territorio nacional tras más de 48 horas de viaje desde que salieron de Tonga.
Ellos estaban en la isla afectada por la erupción del volcán submarino, el pasado 15 de enero.
En el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, sus familiares los esperaban ansiosos con carteles en mano y la emoción que genera la espera del ser amado.
"Fue muy estresante muy difícil para nosotros, estábamos muy tristes, muy preocupados, pero afortunadamente ella ya está por llegar, ella ya está aquí y la verdad es que es una emoción muy grande”, expresó Amelia Nava, hermana de Elisa Nava.
“Sabemos que él podría estar bien porque es una persona muy inteligente, pero nos preocupaba mucho”, indicó Diana Priscila Santillán, hermana de David Santillán.
Los minutos se hicieron eternos, para verlos cruzar la puerta de salida… Fueron recibidos entre lágrimas y abrazos.
Elisa y David, que dedicaron más de 2 años en Tonga a la reproducción de arrecifes de coral y al cuidado de peces, cuentan que fue hasta la segunda explosión del volcán que entendieron lo que sucedía aquel sábado.
La posición de la casa, los árboles no nos permitían verlo, pero después de la tercera explosión que fue la más grande, fue inminente la cantidad de humo que salía”, dijo Diego Santillán, biólogo mexicano.
“Uf… Uf… tuvimos miedo, empezamos a temblar, a agarrar pasaportes. No sé, estábamos temblando, se escuchaba el rugido de la tierra, las explosiones”, comentó Elisa Nava, bióloga mexicana.
Muchas preguntas por qué no solo fue eso, posteriormente a las explosiones camino al aeropuerto veíamos como caían pequeñas piedras”, agregó Diego Santillán.
Transcurrieron 13 días entre la erupción y su llegada a nuestro país, gracias al apoyo de la Embajada de México en Nueva Zelanda.
Increíblemente bien, todo fue súper respetuoso, super amables nunca nos dijeron que no al contrario siempre estoy en el pendiente de que estuviéramos bien”, comentó Elisa Nava.
Ahora los mexicanos quieren disfrutar a su familia, descansar un poco, adaptarse a la realidad pandémica debido a que tonga es un país sin COVID y por supuesto, encontrar trabajo.