En septiembre pasado se perdieron 120 mil 167 empleos formales, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Sin embargo, a nivel nacional, la población desocupada (que considera a la población que se encuentra sin trabajar, pero que busca trabajo) fue de 2 millones de personas, es decir, tuvo una reducción anual de 423 mil.
En septiembre de 2022, la población desocupada representó 3.3% de la Población Económicamente Activa (PEA), 0.8 puntos porcentuales menos que hace un año.
De acuerdo con el Inegi, en septiembre de 2022, la población ocupada en la informalidad laboral fue de 32 millones de personas y la Tasa de Informalidad Laboral fue 55.6 % de la población ocupada, 0.6 puntos porcentuales menor a la del noveno mes de 2021.
La población ocupada en la informalidad laboral considera, sin duplicar, a quienes son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan, así como a las personas cuyo vínculo o dependencia laboral no reconoce su fuente de trabajo.
Así, se incluye —además de la población que labora en micronegocios no registrados o sector informal— otras modalidades análogas, como las y los ocupados por cuenta propia en la agricultura de subsistencia, así como a quienes laboran sin seguridad social y cuyos servicios los utilizan las unidades económicas registradas.
Por su parte, la población subocupada —medida como la que declaró tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas de lo que su ocupación actual le demanda— fue de 4.5 millones de personas, es decir, 2.2 millones menos frente al mismo mes de 2021.
De acuerdo con el análisis del Grupo Financiero Monex, a partir de estos resultados y recordando que esta misma semana el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de agosto arrojó un avance sumamente importante, queda enterrada la idea de que el tercer trimestre haya sido de estancamiento para la economía y en su lugar esperamos un avance de 0.85% trimestral, “que es bastante elevado en comparación con los datos que se han dado en el pasado”.
Hasta ahora, agregó, la economía doméstica luce resiliente y apta para continuar con el crecimiento, lo que continuará sesgando al alza los riesgos para el pronóstico del consenso (2.0% para el PIB de 2022), aunque, por otro lado, seguirá teniendo implicaciones negativas para el combate a la inflación.