La cifra anterior es para atender las urgencias médicas y a derechohabientes que por su padecimiento o cirugías así lo requieren. Al mes se logra captar 225 mil mililitros de sangre que equivale a 450 unidades de sangre. Esto significa sólo del 50 al 60 por ciento de autosuficiencia para atender las necesidades; el resto se obtiene por apoyo de otros bancos de sangre.
Por lo anterior, se pide a la población su comprensión y apoyo para que en los casos que tenga que donar no se rehúse, ya que este importante tejido sólo se obtiene por donación voluntaria y altruista. La sangre no es un insumo terapéutico como son los antibióticos, por ejemplo.
La transfusión sanguínea se considera tan importante como un transplante de órganos, de ahí que los donadores son tan escrupulosamente estudiados y sometidos a pruebas para evitar contagios. Hay falta de interés y voluntad por parte de la población para comprender que la sangre únicamente se repone con sangre, no existen opciones que la sustituyan.
En el Hospital General Regional No. 1 “Ignacio García Téllez”, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) atiende diariamente alrededor de 56 donadores de este vital tejido.
Esta institución se caracteriza por manejar y disponer de sangre estudiada y segura, señaló Sergio Adrián Cleto Gutiérrez, coordinador de Servicios Auxiliares de Diagnóstico del referido nosocomio, agregando que se cumple con los estándares para la disposición, el manejo de la sangre y hemoderivados conforme a la NOM-003-SSA2-1993 (Norma Oficial Mexicana “para la disposición de sangre humana y sus componentes con fines terapéuticos”).
La existencia de este vital líquido es apremiante en la atención de pacientes que llegan accidentados, para quienes se encuentran en terapia intensiva, o en un complejo proceso quirúrgico. De la transfusión sanguínea depende la vida no sólo de estas personas, sino también para enfermos hematológicos, oncológicos y con insuficiencia renal crónica, entre otros.
Al donador en su atención de inicio se le aplica el cuestionario de autoexclusión, con preguntas y respuestas confidenciales para conocer si tienen factores de riesgos que le impidan considerar su sangre como segura.
Si la persona resulta apta, recibe una plática de trabajo social y se le toman sus signos vitales (temperatura, peso, talla, frecuencia cardiaca y presión arterial). Se le realiza estudios de biometría hemática para conocer las cifras de los glóbulos rojos, glóbulos blancos y las plaquetas. Si los resultados son favorables, el donador pasa con el médico seleccionador para que lo entreviste y le realice la exploración física con mucho énfasis en detectar factores de riesgo, conforme lo indica la Norma Oficial Mexicana.
Posteriormente, si el médico considera que el prospecto es apto, se le extrae una unidad de sangre (de 400 a 450 mililitros), a la cual se le realizan estudios de hepatitis B, hepatitis C, VIH/Sida, sífilis, brucelosis y enfermedad de chagas, entre otros. La sangre se fracciona en sus diferentes componentes: paquete globular, plasma y plaquetas.
Después de realizar los estudios y procesos señalados, si el resultado es negativo, se procede a liberar la sangre, es decir ya se puede disponer de ella para realizar la transfusión al paciente que así lo requiera.
A quienes tengan el espíritu de convertirse en donador altruista, entre otras recomendaciones se les sugiere no ingerir de manera cotidiana medicamentos, ni padecer enfermedades crónicas. Pesar más de 50 kilogramos y tener una edad entre 18 y 65 años de edad. Practicar una alimentación sana y natural -en lo posible-, evitar prácticas de riesgo: consumo de drogas intravenosas o tener múltiples parejas sexuales.
De preferencia no tener tatuajes, agujas de acupuntura ni piercings; en caso contrario deberá tener mínimo un año de habérselo realizado o utilizado. Al momento de la donación no estar con algún proceso infeccioso agudo, tos, fiebre o gripa. También que en los últimos días no le haya sido aplicada alguna vacuna o haber tenido alguna cirugía, paro o cesárea en los últimos seis meses, y no estar en contacto directo con pacientes con hepatitis o Sida.
Lo anterior garantiza la sangre segura para quienes sólo mediante este vital tejido logran salvar su vida.