La Secretaría de Salud y los Servicios de Salud del estado entregaron a 97 parteras constancias de capacitación continua en temas relacionados con planificación familiar, detección oportuna de problemas en la gestación, embarazos de alto riesgo, así como medidas de prevención en recién nacidos, entre otros.
Este viernes, el titular del sector Víctor Manuel Caballero Solano y la directora del organismo descentralizado María Luisa Gontes Ballesteros llevaron a cabo la entrega de reconocimientos y materiales de apoyo a 131 auxiliares de salud y las 97 parteras certificadas que colaboran en las tres Jurisdicciones Sanitarias de Morelos.
Las parteras recibieron un maletín que contiene báscula de piso mecánico, infatómetro de PVC (que sirve para medir a los bebés), estetoscopio de pinar corto, charola de acero inoxidable con tapa, onfalotomo, esfignomanómetro adulto, estetoscopio de doble campana, dos pinzas Rochester, perilla de hule para aspiración, tijera de Mayo (que son instrumentos por ejemplo para cortar el cordón umbilical) y dos casacas de poliéster.
La maleta entregada a las llamadas auxiliares de la salud contiene: báscula de piso mecánico, estetoscopio de doble campana, cinta métrica, termómetro oral clínico, báscula tipo Salter colgante-pesa bebé, e infatómetro de PVC.
Durante el 2009, las parteras tradicionales certificadas atendieron cuando menos 365 partos, con capacitación, lo que permite evitar muertes maternas así como daños en los recién nacidos.
En este contexto, Caballero Solano destacó que en este año existe el reto de dar cobertura universal a la salud de los morelenses, por lo que se contempla consolidar la campaña de mastografías, además se agregará la campaña de detección de cáncer en hombres a través del examen de próstata.
Además de definir estrategias de Ruta de la Salud, en la que más de 15 unidades móviles atenderán a miles de familias morelenses a fin de prevenir enfermedades.
Algunas parteras tienen 50 años de experiencia atendiendo alumbramientos
Candelaria Contreras Pliego narró que desde que tenía 13 años de edad se dio cuenta de su capacidad y voluntad de ayudar en la salud en su comunidad, cuando vio que dos pequeños murieron por picadura de alacrán, “un 14 de agosto, cuando velaron a los dos niños yo lloré mucho, porque sentí los piecitos de los dos bien duros, le rechinaban. El doctor del pueblo me vio así, llorando tanto, y por eso me empezó a enseñar algunas cosas”.
Su actual ocupación, como partera, ha sido heredada, pues desde sus primeros años de vida, en el rancho de las Piedras en el poblado de Cuautlixco, su tía era la responsable de esta labor y ella le ayudaba por un pequeño pago.
De manera circunstancial cuando cumplió los 17 años de edad, se volvió “la titular”, cuando una embarazada fue asistida por su parienta. “Ella sacó a una niña, cortó el ombligo y enterró la placenta, pero al poco rato me fueron a ver y la señora tenía todavía mucho bulto en la panza y dura. La toqué y entonces ahí me di cuenta de que se trataba de embarazo gemelar y a mi me tocó recibir al segundo bebé y ya se imaginará, pueblo chico infierno grande, por eso se corrió la voz rápido y me empezaron a buscar para que las atendiera”.
Pero Candelaria no trabajó siempre sin conocimiento alguno, pues cuenta que por la década de los sesentas “llegaron al pueblo unos cubanos comunistas y entonces ellos me enseñaron muchas cosas, posiciones de la criatura, qué pastillas darles entonces para saber si ya era hora o no…”.
Su interés por seguir aprendiendo, la llevó a pedir a las autoridades de entonces que les dieran más capacitación, pues cuenta que su esposo trabajaba en un banco ejidal en Cuautla, y a través de él promocionaron cursos del seguro social desde 1980.
Con tantos años de colaborar en alumbramientos, doña Cande ya no recuerda cuántos partos ha atendido: “Ya hasta perdí la cuenta, tal vez sean como 500 los niños que yo ayudé a nacer, o el doble. Tengo niños que yo atendí al nacer por todos los pueblos cerca de Cuautlixco y me conocen, los hombres me confían a sus esposas, por eso me buscan. Afortunadamente todas las mujeres que he atendido han salido con bien, sólo me tocaron dos casos en los que yo ya sabía que el bebé venía sin vida”, platica con minuciosos detalles.
Ahora, utilizando términos médicos, con el evidente conocimiento que le dan los años, más la formación adquirida, la mujer de cabellera cana y arrugas en la piel, abre las manos, las muestra y expresa: “mientras Dios me pida que siga, lo voy a hacer, porque así no se mueren muchas mujeres como antes, ahora ya sabemos muchas cosas, los niños nacen sanos”.