Entre las calles empedradas de Tepoztlán los oficios salen a la luz: una diversidad de trabajos se ofrecen a los cientos de visitantes de este poblado morelense. Una de las artesanías más conocidas son las casitas, muchas de las cuales salen de las manos de Elías Alfredo Ayala Campo, quien desde hace décadas gana su sustento con estas creaciones elaboradas en un pedazo de madera de la espina de pochote.
El término “pochotl” procede del náhuatl, que significa ceiba de corteza de algodón silvestre y se encuentra en la corteza muerta de este árbol; y don Elías, como muchos otros artesanos, aprovechan estas espinas del árbol para hacer sus piezas sin dañar a la naturaleza. Apenas en unos cuantos centímetros, él talla manualmente una a una las diferentes construcciones que saca de su imaginación, o de alguna ilustración de viviendas alemanas o marroquies, que semejan antiguos castillos con sus emblemáticas torres. Diminutas y a la vez, misteriosas como un cofre de tesoros, estas casitas guardan parte de la magia de Tepoztlán.