Luis Armando Leana Trejo, hoy en día fray Luis, es originario de Tepalcingo, Morelos, un municipio de más de 20,000 habitantes, muchos de los cuales migran hacia los Estados Unidos.
Sus primeros estudios fueron técnico agropecuario en Ocuituco, donde descubrió su vocación. Justo ahí entre el trabajo y la escuela, aceptó un trabajito como ayudante del sacerdote de una iglesia. Después de tres años encontró su yo interno y a la gente que creía en él, al igual que la novia que tuvo en la preparatoria, y se acercó a la religión.
Consiguió varias becas para poder estudiar la licenciatura en Teología con maestría en Teología Moral.
De Tepalcingo tiene sus valores, sus principios y su familia; de Ocuituco, su reencuentro personal y la gente que creyó en él; y de Cuernavaca, un mundo competitivo académicamente.
La filosofía le abrió un mundo de conocimiento. Después de cuatro años, como parte de su formación, salió del país por primera vez por un año a Venezuela para ponerse a prueba sobre su vocación. Este viaje le ayudó a cuestionarse en el fondo acerca de qué significaba ser mexicano.
Se definió como un latinoamericano que ama México. Afirma que son pueblos que han crecido con las mismas tendencias musicales, pero se dio cuenta que México era especial. Su primera experiencia en el extranjero le ayudó a darse cuenta que se podía hacer mucho como latinoamericanos, desde el momento en que encontró sueños en común.
Después regresó por cinco años al D.F. para cursar otra licenciatura en Filosofía en la Universidad Pontificia de México, donde se dio cuenta del potencial que tenía, lo que lo condujo a querer hacer algo por Latinoamérica y por México. Entonces, para poder acercarse a la gente decidió especializarse en filosofía moral y social.
Así se logra conectar la sociedad con la Iglesia, al mismo tiempo que lo conectaba con las asociaciones internacionales como Greenpeace, ya que “la Iglesia tiene la capacidad de conectar con los problemas sociales”.
En el 2012 se gradúa con Suma Cum Laude.
Se encontraba viviendo en la ciudad de Mérida cuando visualizó un futuro como profesor, pero sus superiores lo mandaron de misiones con prácticas parroquiales. Al ser diácono, sólo tuvo que esperar un año para ordenarse.
Su experiencia en Mérida fue la del aprendizaje sobre la práctica, es decir, comenzó su práctica sobre las denuncias, ayudar a las personas con adicción y personas con muchos otros problemas, y ahí se dio cuenta de la vocación que tenía con la gente. Así fueron sus primeros años de sacerdocio.
En Radio María aprendió a resolver las dudas en vivo, a hacer equipo, a improvisar el activismo y también el altruismo.
Fue candidato para una beca para cursar un doctorado en Roma, ya que sintió la necesidad y por otra parte significaba concentrarse en lo académico y en lo intelectual, por lo que aceptó la propuesta, aunque en el fondo fue advertido de que sería un fuerte y radical cambio de vida.
En Italia estuvo tres años en la Universidad Pontificia Lateranense con sede en el Instituto de la Universidad Alfonsiana.
Su primer reto fue el idioma, le costó mucho comenzar, lo que provocó un mal emocional, ya que pasó de ser una persona muy social a perder la confianza en sí mismo. Afortunadamente tuvo desde el principio clases de italiano y no pasó mucho tiempo para romper ese miedo. Al mismo tiempo le motivo tomar clases con los autores que había citado en sus diversas investigaciones, autores que siempre había admirado para “trabajar a favor de la ecología” y encaminarse en la Iglesia en pro de la ecología en margen de la responsabilidad y corresponsabilidad de la naturaleza, respaldado de su propia experiencia como hijo de campesinos.
Al momento de ésta entrevista, realizada en Roma, contó que se sentía estancado y encerrado en su zona de confort, por lo que había solicitado una beca para aprender Francés en otro país.
Uno de sus sueños por alcanzar todavía es estar a cargo de instituciones de asistencia social. Desea simplemente dejar un legado, una oportunidad de enseñar y superarse.
Todo eso lo cuenta tan lejos de sus raíces, a miles de kilómetros de su natal Tepalcingo.