Por ahí del 19 o 20 de junio de 2016, el pintor guerrerense Leonel Maciel terminó de pintar su propia versión del mundo a partir del Popol Vuh, según se consignó en La Unión de Morelos del 20 de junio (https://www.launion.com.mx/morelos/sociedad/noticias/91103-el-popol-vuh-de-leonel-maciel.html), lo hizo para que en aquel año se expusiera en el Museo de Arte Indígena Contemporáneo, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, lo que no ocurrió sino hasta hoy, 21 de marzo, inicio de la primavera y cumpleaños del pintor cuyo segundo apellido es Sánchez y nació en 1939 en La Soledad de Maciel, un pueblo ubicado en el municipio de Petatlán, Guerrero.
El Popol Vuh o Libro del consejo o Libro de la comunidad, está compuesto por relatos sobre el origen del mundo, según los indios maya quiché.
El de Leonel, está trazado sobre un lienzo de papel Arches de 400 gramos, de 1 metro 50 centímetros de ancho por 10 de largo aproximadamente. La técnica es gouache y acrílico.
En este lienzo que parece un tapete o una cartera sobre la que las líneas se convierten en los primeros abuelos: flacos, con los bracitos talguatudos, con bolas en la espalda que son sus vértebras y su nariz maya, panzones. Luego los animales: el venado, el alacrán, los animales del mar. En seguida la madre ceiba:
“y algunos hombres muy básicos, porque así fueron los primeros hombres; también el maíz, sí sagrado, y la flora. Pero también otros monos, ahora como petroglifos, como hombres con cascos, pero son hombres, piedras. Ahí están los gemelos, míralos, son unos cabrones, echando cerbatanazos”, dijo en su momento el pintor, cuando pintaba a los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, que nacieron del encuentro entre Hun-Hunahpú y la doncella Ixquic.
La segunda obra es Los amorosos, dibujos a lápiz en los que Leonel expone su versión del poema del mismo título de Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 25 de marzo de 1926-Ciudad de México; 19 de marzo de 1999), dentro del poemario Horal, primero del Chiapaneco, publicado en 1949.
El texto de Sabines, uno de los más leídos, es de corte lírico, es estructura libre y el verso también es libre, aunque hay algunas asonancias.
Se trata de un texto sencillo, de mediano aliento, sin mayores pretensiones, pero muy sincero. En su época tuvo varios hallazgos en el manejo de la imagen. En la antepenúltima estrofa dice: “Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,/ la muerte les fermenta detrás de los ojos,/ y ellos caminan, lloran hasta la madrugada/ en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.”
En la interpretación de Maciel sus amorosos son cuerpos amándose y también son seres humanos en un combate posesivo. Sobresalen las extremidades superiores e inferiores, los pelos, las uñas, los genitales. Las expresiones de los amantes o combatientes en el punto más alto de un orgasmo o del último estertor.
En estos dibujos no se distingue bien quién es quién porque para el pintor amar es transformarse, volverse el otro o desaparecer en el otro o desaparecer al otro; de ser humano se pasa a ser uña, vellosidad, extremidad, aullido, genitalidad.
Con estas dos obras Leonel Maciel se afirma como un artista de amplios registros, de continuo movimiento, de distintas edades.
El grabador Alejandro Aranda comparó algunas piezas de Los amorosos de Maciel con La Coyolxauhqui.
Las obras van a estar en el Museo de Arte Indígena Contemporáneo, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, hasta el día 26 de abril de 2019.