La piñata es un juguete maravilloso, bello y espectacular, una artesanía llena de colorido y cuya confección requiere de largas horas y días en su proceso para lograr la perfección. Llegan las fiestas de fin de año y los mercados se llenan de piñatas. Hay de muchos colores, grandes y pequeñas para todos los gustos.
Mención especial merecen las piñatas creadas por el artesano Miguel Ángel González Silvestre, que radica en Xochitepec, Morelos y es autor de una serie de piñatas que han cautivado las redes sociales. Puede usted conocer su trabajo en su perfil de facebook Brazo Grafitero Azteca. Sus piñatas son verdaderas obras de arte que han sido exhibidas en el Museo de Arte Popular de la Ciudad de México. Entre sus creaciones hay un calendario Azteca, la cabeza de Quetzalcóatl, pirámides y un mapa de la república mexicana. Un artista autodidacta que plasma en sus creaciones el amor por México y por nuestras raíces. Son piñatas que nadie quiere romper.
Pero las piñatas se hicieron para romperse, para compartir. Partir la piñata convoca a la familia, a los amigos, a los vecinos, y siendo niños es uno de los grandes atractivos de las fiestas, uno aprende a romper la piñata y las estrategias para acaparar más dulces…
Salvador Verti, cronista de la Ciudad de México, nos dice que la piñata tiene ese gran poder de unir, del verbo apiñar, atar, juntar, el nombre "piñata" se deriva de la palabra piña, fruta que simbolizaba ese juguete, aunque con el tiempo se buscó imitar figuras de animales y otros frutos. Así como la imaginación pudo concebir.
La "pignata italiana" estuvo presente desde las primeras navidades novohispanas. Las manos mágicas de los artesanos mexicanos tomaron ollas de barro y las transformaron con el papel de china en mameyes, guayabas, naranjas, papayas, rábanos, zanahorias, cebollas, dalias, estrellas, aves, barcos y un sinfín de otros objetos.
En su libro "Acta sobre piñatas", Salvador Novo ayudo a redondear la hipótesis sobre el origen de la piñata, con esta pregunta válida como respuesta: “No le parece que el manejo de la piñata por una persona que tira la cuerda que la sostiene para alejarla lo más posible de sus perseguidores, tenga un poco del papalote mexicano? Además el entretenimiento de mariposas artificiales también formo parte de las primeras pastorelas y nacimientos organizados en vivo durante la etapa de la catequización.
Con base en lo anterior, algunos historiadores ubican el origen de la piñata en China y señalan que fueron llevadas a España y a Sicilia por los árabes, y traídas a América en el siglo XVII en los viajes del Galeón de Manila.
Artemio del Valle Arizpe manifestó que en España se rompían piñatas en el llamado Domingo de Piñata, siguiente al miércoles de ceniza y supone que algún español había traído la costumbre, la cual logro implantarse aquí y posteriormente se transfirió de la Semana Santa a otra celebración religiosa.
Así se estableció la piñata en México como consecuencia de una mezcla de tradiciones prehispánicas y europeas en las que figura implícita la lucha del bien contra el mal.
La evolución de la forma y del contenido de la piñata ofrece datos curiosos. En el siglo XIX las piñatas no se rompían, pues estaban hechas a manera de gajos, amarrados con listones de colores que debían jalarse para que los regalos y dulces quedaran al alcance de todos los asistentes. Otro tipo de piñatas fueron rellenas de palomas blancas, y las había de travesura y broma, que contenían confeti, harina, agua, ratones o zapotes negros.
La piñata como parte de los elementos de las posadas, forma una parte importante. Después de haber rezado las oraciones en las posadas, se cantan algunos versos. Entonces la persona que da la posada ofrece en una charola diferentes clases de juguetes, pequeñas canastitas de colores cazuelitas, cestitos de papel rellenos de unos dulces especiales y los ofrece a todos los invitados.
HE AQUÍ LOS VERSOS:
Ándale Luisa,
No te dilates,
Con la canasta de los cacahuates.
Ándale María,
Sal del rincón,
Con la canasta de la colación.
Castaña asada,
Piña cubierta,
Echen a palos a los de la puerta.
Echen confites
Y canelones,
Para los muchachos
Que son muy comelones.
No quiero níquel,
Ni quiero plata,
Yo lo que quiero
Es romper la piñata.
Al momento de romper la piñata se canta esta canción:
Dale, dale, dale,
No pierdas el tino,
Porque si lo pierdes,
Pierdes el camino.