¿Y si en vez de estar tristes, enojados o moribundos, esos cacles están durmiendo para que el Dios de los Zapatos los despierte de un martillazo?.
Fui por mis zapatos a la Reparadora de calzado Manolos, que se encuentra en No Reelección: cuatro años, dos cambios de suela completa. ¿Quedan bien? Pregunté a la zapatera Viridiana Rosas. Me respondió que sí, que me durarían unos meses más. Se los dejé y al día siguiente a las cinco de la tarde pasé por ellos.
Me pidió que esperara unos minutos. Frente a mí, un montón de calzado de diferentes tipos: hombres, mujeres, tenis, chicos, botas, botines, grandes, medianos, muchos sintéticos, algunos de piel.
Busqué un sitio para no estorbar en el reducido espacio y quedé frente a unos zapatos negros: eran como del número 8, de obrero. Tenían el frente redondo como un hipopótamo trompudo, estaban manchados de algo así como mezcla. La piel estaba desgastada y las suelas sintéticas aseguraban que el dueño los usaba más de ocho horas diarias continuas. Definitivamente estaban para la basura, sin embargo, los tenían en la fila, esperando turno para ser arreglados.
Nunca había visto unos zapatos tan feos y tan abandonados, tan enfermos, es decir, los había visto botados en las esquinas de los barrios jodidos, no el par, uno las más de la veces, tirado, en medio de restos de comida o de mierda de perro, como si los recolectores lo hubieran dejado ahí y con esto lo hubieran convertido en algo menos que basura.
Aquellos zapatos eran como dos esclavos mellizos, que el dueño insistía en sacarles hasta la última gota de beneficio.
Pensé en preguntar si alguien se los había traído para repararlos porque estaban ahí y era indudable que ocupaban un espacio y esperaban, tenían seguramente una fecha de entrega.
¿Qué llevaría a este hombre a cometer semejante crueldad con este par de pobres zapatos? Así de la calidad de éstos los he visto en 200 pesos, o en el tianguis de medio cachete como en 70.
¿Y si le gustan mucho sus zapatos porque se los regaló su mamá o su esposa o su hija? ¿Y si en vez de estar tristes, enojados o moribundos esos cacles están durmiendo para que el Dios de los Zapatos los despierte de un martillazo?
Una niña se llevó mis zapatos envueltos en una bolsa, los iban a lustrar.
Mientras esperaba, Viridiana, sin dejar de trabajar, me contó que en diciembre aumenta el trabajo: hacen diario como 30 pares, pero en temporada alta tienen que contratar a otra persona para no quedar mal. De 10 a 6 de la tarde, sábados a las 5, domingo descansan.
Las reparaciones más comunes son suelas y hormados, esto último para los nuevos. La reparación más cara son suelas de cuero: 280 pesos, hay de 220 y de 190. Una reparación dura seis meses o un poco más.
Toda esta plática la entablamos frente al zapato, que, según se podía observar, permanecía muy atento.
Un zapato costoso vale como 800, Flexi, ya no traen a reparar de piel exótica, aunque si hay de piel pero son los menos, de cada diez, ocho son sintéticos, la mayoría son tenis, porque están de moda.
Viridiana, de 35 años, madres de familia, me dijo que ella tenía como 10 años trabajando allí, su esposo 22 años, y el negocio 75 u 80 años.
“En diciembre mis clientas me traen el zapaterío, hasta 10 pares juntos, para ponerles tapita; de (cada)10 pares hay como un par nuevo, las mujeres quieren ahorrar”.
Reparamos bolsas, mochilas, chamarras, de piel y de lona,
La niña que se llevó mis zapatos llegó y me los entregó casi nuevos; los metí en mi bolsa y vi de reojo a los zapatos negros: me pedían que me los robara y los arrojara en algún lote baldío, o de plano les prendiera fuego para evitar que alguien los encontrara y se los pusiera solo para hacerles la maldad.