En la Ciudad de México concluye la “Marcha por la verdad, la justicia y la paz” con la entrega de propuestas de “justicia transicional” al gobierno federal.
Este domingo concluyó la Marcha por la Verdad, la Justicia y la Paz, encabezada por el poeta Javier Sicilia y el activista Julián LeBarón con el llamado a modificar la política en materia de seguridad en el país y con una propuesta ciudadana entregada tanto a la presidencia de la república como al senado, para la reconstrucción a las víctimas de la violencia y de las violaciones a los derechos humanos,.
El contingente, que partió desde Cuernavaca el jueves pasado, arribó al mediodía de ayer al zócalo de la Ciudad de México, frente al Palacio Nacional. Ahí, una comisión presentó el documento citado y se marchó, pues solo se les ofreció una audiencia con integrantes del gabinete de seguridad y de la Secretaría de Gobernación, cuando el objetivo de la marcha era lograr una reunión con el presidente de México.
El escritor Javier Sicilia recordó que ya habían dialogado con la titular de Segob, Olga Sánchez Cordero, y su llamado fue dirigido al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Este domingo, la caminata partió desde el monumento llamado la Estela de Luz y llegó a Palacio Nacional. El contingente estuvo conformado por cientos de personas provenientes de todos los estados de la república en reclamo de justicia por sus desaparecidos y muertos, que fueron víctimas de la delincuencia.
Tanto Javier Sicilia como los hermanos Adrián y Julián LeBarón recorrieron un tramo con el pie descalzo, como un acto simbólico para recordar a la niña de la familia Le Barón que caminó 10 kilómetros con un solo zapato para ir a pedir ayuda, luego de que sicarios atacaran a integrantes de su familia (en un episodio en el que murieron mujeres y niños) en Bavispe, Sonora.
Al llegar a la Plaza de la Constitución, cerca de la sede principal del Ejecutivo federal, se encontraron con un grupo de simpatizantes lópezobradoristas, que gritaban “es un honor estar con Obrador”.
El grupo siguió su camino hasta las puertas del edificio histórico donde fueron informados de que no serían recibidos por el presidente, por lo que sólo una comitiva entregó las propuestas de “justicia transicional”.
En su último mensaje, denominado “Cuarta Carta Abierta al presidente”, Javier Sicilia expuso que como poeta y voz de las víctimas ha marchado para hacerse escuchar y hacer visible el horror en el que vivimos en el país por el crimen: “Es por ello que a pesar de mis flaquezas personales, de la posibilidad de que te niegues a recibirnos, la nobleza de esa vocación me ha llevado a caminar de nuevo, al lado de otras y otros, para resistir, para darle su lugar al sentido que guarda la palabra y buscar otra vez la verdad, la justicia y la paz…”.
Con versos de poemas, expuso que la nación está “llena de violencia, sangre, muerte, desapariciones, fosas, mentira e impunidad; está plagado de crímenes atroces frente a los cuales el lenguaje fracasa; sus caminos, sus plazas, sus recintos están tomados por seres sin alma que, con apoyo de funcionarios de Estado y empresas, corrompen, desaparecen y asesinan a nuestros niños y niñas, a nuestras mujeres, a nuestros jóvenes, a nuestros viejos, cavan fosas siniestras, nos amenazan y exhiben sus atrocidades para inhibir nuestras reacciones vitales”.
Destacó que el presidente Andrés Manuel López Obrador no es el responsable pues heredó de pasadas administraciones, pero recordó que hoy está en sus manos tomar un rumbo diferente: “Sabemos que no eres responsable de ello, presidente. Heredaste este horror de administraciones que sólo tuvieron imaginación para la violencia, la impunidad y la corrupción…”, pero le reprochó al Ejecutivo federal el abandono del tema.
Sicilia destacó que en el último año se han registrado cerca de 35 mil asesinatos que se suman a los 61 mil desaparecidos –más de cinco mil en el último año- a los cientos de miles de víctimas “heredadas de las malas administraciones pasadas –prácticamente todas continúan sin conocer la verdad y mucho menos la justicia– a un número aún mayor y todavía impreciso de torturados y desplazados, y a un grave maltrato a los migrantes centroamericanos y pueblos indígenas”.
Apuntó que “después de la masacre de la familia LeBarón, que volvió a poner ante la conciencia pública la dimensión del horror y la tragedia del país, ya sólo hay tiempo para encararla con una política de Estado que, dadas las redes de complicidad enquistadas en el Estado, se base en mecanismos extraordinarios de verdad y justicia –una verdad que debe tejer, en función de esos mecanismos, a las instituciones creadas para enfrentarla; una verdad que debe pasar también por el respeto a las autonomías indígenas, a los migrantes y el fortalecimiento de los municipios. Hizo notar que, con la caminata, las víctimas han hecho lo que les corresponde: “Nosotros, al caminar hasta aquí, hemos cumplido con nuestro deber, con aquello a lo que la palabra y la poesía, que custodia el sentido de una tribu, nos llama y que defenderemos siempre.