“Sé agradecido por el hogar que tienes, sabiendo que en este momento, todo lo que tienes es todo lo que necesitas”.
SARAH BAN BREATHNACH.
Mucho se ha hablado de la última pandemia y personalmente he tocado el tema, sino a fondo, sí lo he podido relacionar a nuestro tiempo actual, a lo sucedido día a día. Sin embargo lo que más ha generado incertidumbre es la primicia de quedarnos en casa.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el distanciamiento social, tal como permanecer en casa por un periodo prolongado, puede ayudar a reducir significativamente el número de contagiados por el actual coronavirus.
Quedarse en casa cualquiera de nosotros o, poniendo como ejemplo, una familia de clase media, puede ser relativamente fácil si contamos con los servicios básicos de agua, luz, gas, o accesorios como T.V. computadora, etc., e inclusive somos capaces de seguir con nuestro trabajo sin ningún inconveniente, gracias a la tecnología que poseemos.
Se habla mucho de quedarse en casa, de no salir y refugiarse en el techo llamado hogar, pero ¿qué pasa con las personas que no tienen un techo o un lugar en donde permanecer? ¿En estos momentos cómo actúan los gobiernos o las organizaciones para refugiar a todas ellas? O mejor dicho ¿Cómo les proveen un hogar?
Es aquí donde el concepto de casa como refugio es totalmente inaceptable.
El problema no se resuelve con la creación de refugios temporales que le den a la gente un lugar de estadía. Esta solución es, como coloquialmente decimos, “taparle el ojo al macho”. El problema se tiene que atender desde la raíz, de poner sumo cuidado a las catastróficas cifras sobre el déficit de vivienda que padece el mundo entero y con datos aún más escalofriantes en Latinoamérica, donde México es uno de los países que encabeza dichos datos.
Si logramos en algún momento de la historia resolver esto, sin duda podemos pensar en un confinamiento seguro y estable que como sociedad sacaríamos adelante.
Ahora es momento de tomar las herramientas a nuestro alcance y repensar en el futuro de la nueva vivienda, de crear espacios amigables con el medio ambiente, de estudiar a fondo al espacio público, que si no me equivoco, dará un paso radical para la convivencia social, una nueva forma de habitar se aproxima.
Es bien sabido que no podemos conocer el futuro, pero si hay algo que con mucha certeza se puede afirmar, es que sí podemos planearlo y en momentos de confinamiento hay que pensar y pensar mucho.