En muchos casos se tiene al agresor en casa, señala.
La pandemia de covid-19 evidencia que existe una violencia contra la mujer que en este tiempo se incrementa, porque en muchos casos se tiene al agresor en casa, afirmó Berenice Pérez Amezcua, responsable de la Unidad de Atención a Víctimas de la Violencia (UAVV) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) durante la conferencia virtual “Para frenar el Covid 19: ‘quédate en casa’ y ¿para frenar la violencia?”, organizada por el Centro de Investigación Transdisciplinar en Psicología (CITPsi).
“Hay investigaciones que han dicho que cuando la pareja migra o viaja o se va disminuye la violencia. Hay otro sector privilegiado que no sufre estas prácticas, pero no es la mayoría y aunque tengas la empatía, de todas maneras estar tantas horas frente a una presión constante de ‘ahora trabajas y además te vigilo’, incrementa el estrés y puede vulnerar e intensificar la violencia”, dijo
Berenice Pérez señaló que el confinamiento evidencia la desigualdad social y económica, la falta de estrategias efectivas contra la violencia, además de que se generó el estigma por estar contagiado de covid-19, que causó la agresión al personal médico, en el que el 70 por ciento de las agresiones son contra mujeres y violencia contra las libertades de la ciudadanía.
Otra de las consecuencias del confinamiento en las mujeres fue el incremento de trabajo, las tareas domésticas, la atención a los hijos y en muchos casos, la pérdida del empleo, lo que provoca repercusiones a la salud mental, como incertidumbre, miedo y estrés.
Berenice Pérez señaló que algunos de los efectos de la violencia en la salud mental son: el estrés postraumático, depresión, angustia, fobias, estado de pánico, trastorno de la alimentación, disfunción sexual, escasa autoestima, abuso de sustancias psicoactivas, como el alcohol y el tabaco, entre otras.
"Las prácticas violentas no las visibilizamos por falta de reconocimiento, lo que provoca que la víctima se sienta culpable; es simplista pensar que una mujer es responsable de una agresión y por esa falta de reconocimiento no se busca ayuda, más en una situación de confinamiento", explicó la investigadora universitaria.
Pérez Amezcua propuso tener líneas de atención para la sociedad con personal capacitado, evaluar riesgos sin revictimizar, acompañar y revisar cotidianamente las casas de las mujeres que denuncian, no minimizar los casos y jamás culpar a las víctimas.
