Sociedad
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EUSEBIO LEAL (1942-2020)

TXT Adalberto Ríos Szalay
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Historiador, emprendedor y hombre de cultura excepcional; creador del notable modelo de revitalización de la Habana Vieja.

El pasado 31 de Julio falleció en La Habana Eusebio Leal, un personaje reconocido internacionalmente en los círculos de la cultura y especialmente admirado en los países latinoamericanos.

En 1973 llegué por primera vez a Cuba, al igual que infinidad de latinoamericanos disfruté del contacto con una generación decidida a sacar adelante a su país y a superar rezagos ancestrales, en el clima nada fácil de un bloqueo destinado a estrangularles, por intentar un camino diferente al marcado por Washington.

 

Desde el primer momento en que vi el malecón, plazas y edificaciones de la capital cubana me supe en una de las más hermosas ciudades del continente; Alexander von Humboldt se refirió a ella como “una de las más alegres y pintorescas de que pueda gozarse en la América equinoccial” y dijo que “su hermoso puerto estaba fortificado por la naturaleza y, aún más, por el arte”.

 

Sin embargo su estado de conservación daba pena, especialmente los edificios históricos que, manifestaban decenios de abandono. Cuanta razón tenía Alejo Carpentier cuando escribió que La Habana, al igual que otras ciudades latinoamericanas, había sufrido un proceso de “miamización”, deslumbrada por modas que hicieron abandonar herencias patrimoniales y aún destruirlas.

 

Llegué al Hotel Nacional que parecía gritar, añorando mejores días, al igual que la Habana Vieja, donde todo parecía derrumbarse. La Habana vieja era el refugio de miles de familias que vivían hacinadas en edificios cuyos balcones, convertidos en tendederos, así como  sus desvencijadas escalinatas y herrerías oxidadas daban pistas sobre las pasadas grandezas de la ciudad que fungió como puerta de un continente, como emporio del comercio colonial y como emplazamiento destinado a proteger las riquezas americanas, rumbo a la Península.

 

 

 

La vida me dio la oportunidad de volver con frecuencia a la Habana, para colaborar durante repetidas ocasiones con el sector cultura, en especial con la doctora Nisia Agüero directora del Fondo Cubano de Bienes Culturales.

 

Así, sin proponérmelo, fui testigo a través del tiempo, de como se iba dando un admirable proceso de recuperación del patrimonio construido, empezando por la propia sede del Fondo de Bienes Culturales, el palacio de los condes de Jaruco, que volvió a lucir su patio, escalinatas, barandales, vitrales, medios puntos y esplendidas terrazas.

 

 

 

 

Me tocó fotografiar la aparición de una pequeña oficina para el historiador de la ciudad, que era el responsable de ese colosal esfuerzo de recuperación y el resurgimiento de sitios tan habaneros como la casa del agua La Tinaja, destinada a calmar la sed de muchos o de pinturas que enarbolaban la tradición repostera de la panadería San José.

 

 

 

 

Desde luego la arquitectura militar de sus fortificaciones volvió a mostrar su poderío, y su abolengo mansiones, templos, conventos y palacios. Pero la gran valía del modelo cubano es no haberse limitado a restauraciones de monumentos o al fachadismo; en la Habana se cumplió aquel ideal manejado por el modelo de restauración de los talleres escuela de España: además de restaurar, se debe revitalizar y en eso Eusebio Leal nos dio a conocer que no solo era un intelectual de primer orden, sino un emprendedor extraordinario, que logró que el patrimonio construido sirviera para albergar centros productivos generadores de riqueza, escuelas donde los niños aprendían el valor de lo heredado, de salud para cuidar a las mujeres postparto, de cooperativas de taxistas, músicos, salas de conciertos, museos y hasta un planetario, todo en beneficio de aquellos marginados que habitaron lo que llamaban solares y cuarterías y regresaron, para vivir en la dignidad recobrada.

 

 

La admiración en América Latina por Eusebio Leal se debe a su sapiencia, que le hizo conjuntar obras que redimieron una de las primeras ciudades nominadas como Patrimonio Mundial por la UNESCO, con esquemas visionarios exitosos, en beneficio de su comunidad; la principal virtud de Eusebio fue haber sido Leal con la Habana, con Cuba, América Latina y el patrimonio mundial. México le condecoró con la más alta distinción que otorga a los amigos de nuestro país: el Águila Azteca.

 

 

 

Hace 8 años estuve por última vez con Eusebio Leal, le pedí charlar sobre el modelo que creó en La Habana, para un  trabajo sobre modelos organizacionales exitosos, de la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM y el me preguntó si lo podíamos hacer en un programa en vivo de la TV cubana, su palabra fue una verdadera conferencia magistral y me permito compartirla con ustedes.

He aquí la palabra grabada por Eusebio Leal:

Nosotros comenzamos nuestro trabajo en un plano muy convencional, nació de la preocupación de personas que amaban el centro histórico, de expertos, tanto historiadores como arquitectos, cuyo trabajo nos había precedido, especialmente mi predecesor el historiador de la ciudad de la Habana Emilio Roig de Leuchsenring, que se desveló por la destrucción de una parte de la ciudad antigua, a partir de modernos desarrollos que ponían en valor altamente a los terrenos, por sobre lo edificado.

 

Hemos encontrado documentos aprobando demoliciones de edificios perfectamente reconocidos y publicamente estimados, con grado de protección primero en el índice mundial, por ejemplo el proyecto de una estación de  helicópteros en el corazón del centro  histórico. Así comenzamos con una visión convencional: salvar  esto o aquello.

 

Al mismo tiempo habían surgido, como ocurre en casi todos los países de nuestro continente, distintos grupos nucleados en torno a personalidades, con muchos méritos indudablemente,  pero con posiciones diversas en torno al como hacerlo. Era necesario unir y yo creo que ese ha sido un logro importante que se dio a partir de 1981: unir criterios, definir una estrategia y contar con un presupuesto, comprobando resultados cada 5 años bajo la gran premisa: ¿Cómo puede existir un proyecto de restauración que no valore, como cosa suya, el desarrollo social y comunitario?  ¿Cómo no convertir en  infinito un proyecto, a partir de presupuestos estatales, en medio de crisis? ¿Cómo superar la creencia de que lo que hagamos está condicionado por la cooperación internacional, cuando ésta es un mínimo por ciento?

 

Sin una base económica propia, sin un esquema de gestión financiera no se podría tener la certeza de alcanzar resultados positivos. Teníamos experiencias pero no ese sustento.

 

Probada la voluntad política del gobierno cubano, el jefe de la revolución tomó nuestra propuesta y le dedicó días de estudio y reuniones casi cotidianas para precisarla. Después, fruto de éstos diálogos, la idea quedó modelada en octubre de 1994, en un decreto ley que nos daba personalidad jurídica, la capacidad de poseer patrimonio, de aprovechar la importante perspectiva cubana en el turismo, conduciéndolo a un modelo de turismo cultural que priorizaba la Habana Vieja, que había sido declarada Patrimonio Mundial en  1982. Este instrumento de prestigio en el exterior, fortaleció la creciente conciencia del pueblo cubano por su patrimonio, ya no solo por sus museos, sino por sus ciudades, por su nucleo urbano.

 

 

 

 

Independientemente de sus conocimientos y cualidades como historiador, cronista y responsable de preservar el patrimonio de la Habana, nos referimos a un gran ser humano. La Facultad de Arquitectura y la Escuela de Turismo de la UAEM tenía un gran interés de recibirlo en Cuernavaca, para reconocer el gran trabajo que por más de 35 años hizo en favor de su centro histórico, cuyos edificios y su propia comunidad presentaban una situación muy grave. Desgraciadamente ya no fue posible pero nos deja su legado, en libros, conferencias y testimonios  grabados del amor que se debe tener al patrimonio cultural.

Hay varios criterios para la restauración y revitalización del patrimonio construido; restaurar es mucho más que pintar fachadas y colocar concretos estampados, en la Habana se buscó dar nueva vida a los espacios urbanos, hubo remodelación de viviendas a las que volvió la población.

Cuando Eusebio Leal toma las riendas de la Oficina del Historiador va avanzando, rodeado de arquitectos, restauradores e ingenieros civiles, trabajando, restaurando, poniendo en valor edificaciones patrimoniales. Un logro importante fue conseguir que una parte de los ingresos que Cuba obtiene por turismo se destinen, se inviertan, en renglones que lo beneficien, orientando sus pasos al reconocimiento de la arquitectura y de bienes culturales, así el flujo de turismo dejó de tener interés solo por las playas. Para ello fueron muy importantes la creación que hizo Eusebio Leal de medios de difusión y promoción, a través de la radio y televisión al servicio del patrimonio.

  1. GERARDO GAMA

Una de las personas que mejor conoció a Eusebio Leal es el Dr. Francisco López Morales, quien fuera director de Patrimonio Mundial en nuestro país y quien, además de conocer de cerca las experiencias en Cuba, trabajó conjuntamente con el doctor Leal en misiones internacionales que les  encargó la UNESCO. He aquí su visión sobre la trayectoria de Eusebio Leal:

Tuve el privilegio y gusto de que el Dr. Eusebio Leal me otorgara su amistad. Si yo tuviera que compararlo con algún personaje, podría parangonarlo con el Quijote, un Quijote por la misión que se impuso para que la Habana Vieja fuera una de las primeras inscripciones como Patrimonio Mundial, con el compromiso de que el pueblo cubano tuviera un especial cuidado en el rescate de un patrimonio, que si bien todo mundo reconocía por su enorme importancia, como ciudad pletorica de valores patrimoniales, se encontraba en una situación calamitosa. Eusebio Leal logró convertirla en un ejemplo de las buenas prácticas de conservación de los bienes culturales.

Eusebio Leal era un hombre con una educación de impronta jesuita, con una gran sapiencia y visión. Tuvo la capacidad de leer los vasos comunicantes entre las diferentes culturas latinoamericanas y, debo señalarlo con gran enfasis, un conocimiento profundo de la relación entre México y Cuba.

Eusebio encarna el dinamismo y emprendimiento que ejerció para una misión tan  importante como fue el rescate del corazón de la Habana Vieja.

 

Al preguntar al Dr. Leal acerca de su labor de emprendimiento me dijo: En el momento en que surgen cientos de negocios y actividades nuevas requeriamos definir un plan maestro,  sustentado en el abrazo de las cuestiones comunitarias, para atender el piélago de problemas de todo tipo que prevalecía en la Habana Vieja. La nueva dimesión de la Oficina del Historiador comprendía departamentos de arquitectura, una dirección de construcciones, una tour operadora propia, una dirección de patrimonio, que es la razón de ser de nuestra organización, que recibiera todos los beneficios, pero que fuera ajena a cualquier operación económica o financiera.

 

Contando con una casa financiera central, empezó a fluir un préstamo inicial del estado, prestamo blando al inicio y que, por la crísis acentuada con el tiempo, se hizo más duro.  El primer millón de dólares conseguido, en medio de una crisis muy grande para Cuba, se multiplicó en casi 3 en el primer año. Doce años después de haber comenzado el proyecto, alcanzamos una total y definitiva solvencia económica.

 

 

 

La masa creciente de turismo pasó de 2.9 millones en 2014 a 4.3 millones en 2017.  Habíamos pasado de tener un pequeño hotel, a una red de 16 hoteles, invertimos en la creación de una compañía turística, Habaguanex, creamos la agencia San Cristobal, empresas constructoras propias, invertimos en un sistema digital, sembrando 40 kms de fibra óptica. Se crearon casi 15,000 empleos por la fuente empleadora principal, además del trabajo por cuenta propia que se cuenta por miles, armamos una red de asistencia social, invertimos en seguridad pública, en alumbrado, reconstruímos escuelas y creamos las escuelas taller, para formar jóvenes en oficios, que empezó con 30 alumnos y ahora estudian 600, que crean una fuerza de trabajo que no solo nutrirá a nuestras empresas restauradoras, sino que irán al trabajo por cuenta propia, más preparados, más  dotados, más listos para triunfar en la vida y para dejar un dividendo positivo al patrimonio cultural.

 

 

 

 

Así se creó el Colegio Universitario San Gerónimo, pasando desde la base de las escuelas taller, hasta la educación superior, para que nos diese la oportunidad de consolidar vocaciones, atraer jovenes a temas multidsciplinarios de la cultura, como la arqueología, las lenguas antigüas, arquitectura, el paisaje, el medio ambiente, la naturaleza. Un grupo de intelectuales de la oficina crearon una sociedad no gubernamental llamada Medio Ambiente Patrimonio y Comunidad.

Pasamos a la adquisición progresiva de medios para hacer llegar nuestra opinión a la opinión pública, porque hasta ese momento solo teníamos un modesto programa de televisión y así surgió Habana Radio, Voz del Patrimonio Cubano y una editorial.

Nuestro modelo de gestión se convirtió en algo intersante, al demostrar que cada localidad puede tener un proyecto determinado, de carácter original, pero que implica un compromiso. No podía existir un proyecto de desarrollo que prescindiese de la cultura, atendiendo solo el aspecto económico, porque solo generaría decadencia y marginalidad, culto a la riqueza. Nosotros apostamos por algo distinto que nutriese las bases educacionales, que crease un centro de grandes proporciones, pero que le diese un sustento económico, para que no se convirtiese la utopia en fantasia. La ley nos marcaba y nuestra voluntad exigía compartir, no proporcional, sino equitativamente, lo que recibíamos con la comunidad.

 

 

 

Toda la cooperación internacional que se llegó a conseguir la movilizamos en apoyo a las obras sociales y comunitarias. El dinero sólido que nosotros eramos capaces de generar se aplicaba resueltamente a la conservación, templos convertidos en salas de conciertos,  teatros,  viviendas, centros culturales, calles, museos, con una nueva visión de compromiso con el patrimonio y el discurso de la comunidad.

Nuestro caudal principal, que vale más que el dinero, es lo que opine la gente, por eso cuando recibo periodistas les digo “pregúntenle a la gente en las calles que opinan del desempeño de la Oficina del Historiador”.

Tenemos por delante no un centro histórico sino una ciudad histórica, una ciudad bella, asentada en sus bases culturales, viéndola como punto de partida que está ahí, está ahí con teatro en las calles, con rutas y andares invitando a las familias, evitando la tentación de la vulgaridad y la charlatanería, buscando una cultura que lleve a un refinamiento del ser, no para crear élites, más bien vanguardias. Estamos conscientes de la herencia y que no todo comenzó con nosotros, nuestro proyecto es fruto de una visión de la sociedad, de la cultura y de la historia.

 

 

 

 

Agradezco la oportunidad de hacer estos comentarios, porque siento mucha gratitud hacia México, presido la Sociedad Cultural Cubano Mexicana, aprendí de mi predecesor un gran amor por México. Fui honrado con el Águila Azteca, esa águila benéfica, esa águila grande que espero nos guíe, como hermana mayor, en el sueño americano por la justicia social y el bien común.

 

 

 

 

 

 TEXTO Y FOTOGRAFÍAS:
ADALBERTO RÍOS SZALAY
PROFESOR DE LA ESCUELA DE TURISMO UAEM

 

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