En política siempre es buena la suma, además no hace mucho hablamos de la propuesta que denominamos “Amnistía Palma” (es una intención de Samuel Palma César de regresar al PRI a muchos que fueron vetados, prácticamente echados o no se les dio ninguna oportunidad).
El caso del ixtleco Morales Barud es especial. No pasó mucho tiempo cuando se entendía bien con las administraciones emanadas de Acción Nacional vía su compadre y amigo Adrián Rivera Pérez siendo presidente municipal y antes de ello. Realmente el vínculo con el PRI fue rasgado por el propio Jorge, cuyo estilo amable y decente y su perfil humano e intelectual no tiene problema para acondicionarse en terrenos para otros imposibles. Morales Barud es obediente, sabe recibir instrucciones y es eficaz.
Su paso obligado por el gobierno al frente de la administración, ese su modelo, sirvió para no hacer más grandes las heridas entre la clase política del momento. Le ayudaron a gobernar muchos, incluido el propio gobernador obligado a renunciar, Jorge Carrillo Olea, justamente en la faceta de persona obediente del ixtleco. Jorge ha sido coordinador de asesores del gobernador Sergio Estrada Cajigal y en el gobierno actual de Marco Adame lo mismo desempeñó la Secretaría de Desarrollo Agropecuario que la General de Gobierno, hasta que fue despedido en un momento crucial de su vida personal que fue usada como pretexto oficial, en tanto él se desconcertaba. Hoy es director del CIDEHC, ese centro que fundó el reconocido doctor Ricardo Guerra Tejeda, en algún momento director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y embajador en varios países. Aquí, lo trae el gobernador Antonio Riva Palacio con un proyecto cultural y académico que terminó en este centro donde antes de la llegada de Jorge hacían “doctor en” a mucha gente vinculada al poder.
Gente tranquila, de familia reconocida, emprendedores, el doctor Jorge Morales Barud es un hombre de disciplinas, modesto en su forma de actuar, buena persona, posee todos los ingredientes para la práctica de la administración pública. En el PRI fue todo: presidente del comité municipal en Puente de Ixtla, diputado local coordinador de su fracción y presidente de la entonces Gran Comisión, presidente estatal del PRI, secretario general de gobierno y gobernador sustituto. En la administración del PAN, por poco iguala lo hecho en su partido de origen y, suponemos, de vuelta.
Una declaración que retrata a Jorge Morales Barud de cuerpo entero:
“Soy una persona leal al gobernador Marco Adame Castillo, pero el PRI se apuntala a ganar el 2012 y a recuperar los espacios perdidos", sentenció Jorge Morales Barud al reaparecer ayer en el PRI como consejero político estatal y al no descartarse para competir por algún puesto de elección popular en la siguiente contienda”.
Que bueno para los priistas, porque con Morales Barud pueden poner el ejemplo de cómo volver a empezar una rehabilitación tras la permanencia en gobiernos de líneas totalmente contrarias a las del PRI. Como sea, Jorge fue del círculo íntimo de las dos administraciones. El recelo de los priistas es natural, incluso diríamos respetable, pero él en reacción a la generosidad de quienes lo han regresado –con ello, de hecho tienen que volver todos los idos, sea cuál fuere el origen de su salida--, debe ser el ejemplo extraordinario del escalamiento arduo y cotidiano.
Bien, si Morales Barud hace la tarea para ser regidor en Cuernavaca, donde reside hace años, sería un ejemplo. Si piensa en términos económicos, la diferencia entre un gobernador y lo que gana un regidor es mínima, con la ventaja que hace 95 por ciento de trabajo menos. O igual al de un diputado federal o local, cuando menos nominalmente. Un senador, como su compadre Adrián, debe ganar un poco más.
Obligado a hacer la talacha, porque no puede ser incluido sólo porque Amado lo quiere en una lista de posibles candidatos al gobierno, el Senado o las diputaciones federales. Insistimos, un regidor con las capacidades de Jorge Morales Barud sería el ejemplo a seguir.