“Kim, quiero agradecerte porque tú hiciste feliz a mi amiga; la más feliz, como nunca la había visto en su vida”.
Alguien que no recuerdo me dio el contacto de Kim Erno. Quería hacer una denuncia: su esposa había fallecido y él tenía temores fundados de que había sido feminicidio.
Nos vimos el 9 de marzo de 2020, en la Plaza de Armas para platicar. Llegué un poco antes y lo encontré frente al altar de las víctimas localizado en el portón de la entrada principal del Palacio de Gobierno (conocido como la ofrenda); abrazaba una fotografía de Iris, su compañera.
Fuimos a un café y ahí me platicó una historia conmovedora, de la que yo sólo pude tomar algunas notas a la ligera. Luego que terminamos la plática, por cuestión de otras entrevistas, le pedí que me diera un poco más de información por escrito sobre su caso y que nos volveríamos a ver después.
De esa entrevista se publicó una nota en la Unión de Morelos el 9 de marzo (https://www.launion.com.mx/morelos/sociedad/noticias/156681-para-mi-cada-dia-que-pasa-es-un-dia-sin-ella.html) en donde el denunciante dijo que era un pastor de la Iglesia luterana y activista, que había nacido el 5 de diciembre de 1952 en la frontera de Vermont, Estados Unidos y Quebec, Canadá, y exigió a la Fiscalía General del Estado de Morelos el esclarecimiento del feminicidio de su esposa Iris Janet Figueroa Flores, asesinada en 2017.
Relató que en 2017 estuvo en un bar aquí en Cuernavaca en donde recibió una bebida adulterada que le provocó un derrame cerebral. Eso fue el 11 de octubre; con ese derrame la ingresaron a un hospital del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado es (ISSSTE) donde sobrevivió tres semanas, pero en el mismo hospital, por negligencia del personal que la atendía, contrajo neumonía y otras infecciones.
“Mi esposa tenía 35 años de edad, cuando la asesinaron, trabajaba en la tienda del ISSSTE de Cuauhtemotzin y ahí nos conocimos, nos hicimos novios y después nos casamos. Ella falleció el 2 de noviembre de 2017, día de los muertos (sic)”, concluyó.
SIETE MESES DESPUÉS
Pasaron más de siete meses y no obtuve respuesta, pensé que Kim ya no estaba interesado en seguirme contando.
Hace unas semanas recibí un texto de aproximadamente veinte cuartillas de parte de mi entrevistado en donde me platicaba una brevísima parte de su vida, a la cual llamó “La historia de Iris y Kim una historia del amor”.
Me sorprendió la manera fluida y el buen castellano en el que está redactado. Con la autorización del titular comparto un fragmento del texto en donde observo, además de una buena narración, a un gran ser humano difícil de encontrar. La acotación entre corchetes es mía.
KIM, QUE TE VAYAS PARA COMPRAR UNAS FLORES PARA TU PRINCESA
Iba a regresar al hospital para cubrir los días de viernes y sábado. Entonces descansé el jueves 2 de noviembre [de 2017] tranquilamente con la confianza que Iris estaba en un camino de recuperación. Alrededor de las 1:30 a.m. escuché los timbres y gritos en el complejo donde vivo. Pensaba que eran jóvenes haciendo su escándalo por el Día de Muertos. Mi vecino Carlos tocó a mi puerta diciendo que tenía que salir. Un primo y sobrino de Iris habían llegado para decirme que Iris había fallecido. Mis vecinos, Isis, Carlos y yo fuimos a la Funeraria Hispano Mexicana. No había nadie de la familia de Iris; cuando llegaron, me explicaron que Iris había fallecido a las 9:30 de la noche, e intentaron marcar pero la llamada no entró a mi celular.
Mi cuñada, Lluvia, me mostró la ropa que había elegido para vestir a Iris, y un collar; me preguntó si estaban bien, le dije que sí y que el collar era un regalo de mi mamá para Iris. Hubo una conexión muy fuerte entre las dos. Mi mamá falleció cinco días después que Iris. Pensé en como Iris iba a ayudarme cuidar a mi mamá y ahora en otra forma.
Alrededor de las 5:00 a.m. mi suegra Bertha me dijo: “Que te vayas al mercado para comprar unas flores para tu princesa.” Fui al mercado a las 5:30 a.m. Elegí una rama de rosas porque había un capullo doble en un tallo. Regresamos a la funeraria a las 6:00 a.m. El cuerpo de Iris había llegado. La vi abajo del vidrio y no pude tocarla ni besarla una vez más. Fue la noche más triste de mi vida.
Tuvimos la misa el sábado 4 de noviembre. Fuimos al panteón para el entierro. La amiga de Iris, Paulina, me llevó a un lado y me dijo: “Kim, quiero agradecerte porque tu hiciste feliz a mi amiga, la más feliz, como nunca la había visto en su vida.”
¡NI UNA MÁS!
Iris estaba precisamente a punto viajar al norte para acompañarme en mi ministerio con trabajadores agrícolas, cuando la desgracia sucedió. Como una expresión de solidaridad, una organización de derechos humanos de Vermont, Justicia Migrante, escribió una declaración jurídica que dice en parte:
“Como organización de derechos humanos reconocemos a Iris Janet Figueroa Flores como una activista de derechos humanos luchando al lado de nosotros y la comunidad Latina de los trabajadores agrícolas sobre todo con las mujeres. Nuestra compañera Iris, junto con su esposo el Reverendo Kim Erno, participó en marchas y reuniones en solidaridad con nuestra campaña “Leche con Dignidad”. También ella visitó a los ranchos para conocer a las mujeres y sus retos y ofrecerles acompañamiento y apoyo moral y espiritual.
“Precisamente Iris, estaba en medio de sus negociaciones para dejar su trabajo en México y colaborar con nosotros en Vermont cuando pasaron los eventos violentos que le quitaron su vida. Lamentamos mucho la pérdida de una compañera y hermana luchadora, comprometida de acompañar a su pueblo en un camino hacia un mundo más justo y humano. Esperamos que se haga justicia no solamente por el caso de Iris, sino también para tomar otro paso de acabar con la violencia de género. ¡NI UNA MÁS!
Un feminicidio es el asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres. El caso de Iris es un feminicidio de una activista con reconocimiento internacional que debe llamar la atención de las autoridades internacionales de derechos humanos.”
LA LUNA ES MÁS BELLA
Iris y yo sentimos siempre una conexión fuerte durante una luna llena. El último correo que recibí de ella fue el 7 de octubre de 2017, durante una luna llena. Me mandó una canción:
De las lunas/ la del octubre es más hermosa/ Porque en ella se refleja la quietud/ de dos almas/ que han querido ser dichosas/ al arrullo de su plena juventud./ Corazón, que has sentido el calor/ de una linda mujer/ en las noches de octubre./ Corazón, que has sabido sufrir/ y has sabido querer/ desafiando el dolor/. Hoy que empieza la vida/ tan solo al pensar/ que tu amor se descubre./ El castigo de ayer/ que me diste tan cruel/ parece que murió./ No perturbes jamás la risueña ilusión/ de mis sueños dorados/ Si me voy nunca pienses jamás/ que es con único fin/ de estar lejos de ti./ Viviré con la eterna pasión que sentí/ desde el día en que te vi,/ desde el día en que soñé/ que sería para mi…..
El título del correo era: “TE AMO…LA LUNA ES MÁS BELLA DESDE QUE ESTÁS TÚ EN MI VIDA!!!!
Las palabras son muy fuertes. Me parecen como una despedida sin la consciencia de lo que iba a pasar en unos días. Puede ser otra señal de la conexión de Iris con otras dimensiones.
Después de la partida de Iris he hecho varias ceremonias. Subí el Cerro de la luz en Tepoztlán a las 5.30 am en medio de la oscuridad con mi caracol para tocarlo en honor de mi Iris durante un eclipse lunar. Hice una ofrenda de cempasúchiles en la pirámide de Tepozteco por el Día de Muertos.
Uno de los rituales más fuertes fue precisamente en la luna llena de octubre (pensando en lo que ella me había escrito) el año pasado el 13 de octubre 2019. Con mi amigo y guía de Tepoztlán, Juan Carlos, organizamos una ceremonia mexica de casamiento o unión de dos almas por siempre que se llama “amarre de tilma”. Duró dos horas con una hora de temazcal. Empezamos afuera con votos entre Iris y yo de nuestras raíces de una sola semilla que sembraron en esta tierra sagrada. Leí una lista de lo que ella no cumplió en este mundo y lo que nosotros, como pareja, no cumplimos. Durante el temazcal, Juan Carlos me pidió un juramento de cumplirlos. Me preguntó sobre nuestros animales sagrados e inmediatamente le dije: “Iris es águila y yo soy lobo”. Juan Carlos me dijo que el lobo va a aprender a volar y el águila lo que es tener pies en la tierra. El águila va a protegernos desde arriba y el lobo desde abajo.
Saliendo del temazcal Juan Carlos me dijo: “Eres un nuevo guerrero e Iris es una nueva guerrera.” Afuera vimos la luna llena saliendo detrás de las nubes y un águila que volaba a través de la luna.
TÚ ERES EL SOL Y YO SOY LA LUNA
Como pareja tuvimos que hacer puentes. Por mi trabajo en el norte y mi responsabilidad por cuidar a mi mamá allá tuvimos la brecha de distancia. Iris decía que yo era el sol y ella era la luna y “a pesar de la distancia nos complementamos”. Una vez me escribió para decirme cómo el eclipse es la unión del sol y la luna con una pasión tan intensa que puede cegar a los que lo miran.
Cuando Iris pasó de este mundo al otro tenía 35 años y yo 65. Entonces hubo una diferencia de 30 años de edad pero Iris decía: “Estoy cansada de los muchachos y sus tonterías que no saben lo que quieren. Yo quiero un hombre. Tu eres mi hombre”.
Llegamos de diferentes lugares de origen, diferentes culturas e idiomas pero nunca en mi vida he amado a una mujer como amo a Iris y nunca me he sentido amado. Con Iris conocí a mi alma gemela… el alma que buscaba por tantos años.
Ahora vivimos con la brecha más ancha entre este mundo y el mundo del otro lado… la vida y la muerte… el mundo de los adelantados. Iris sigue como mensajera para decirme que todavía vive. Iris me ha mandado muchas manifestaciones; hay cientos de ellas.
TAL VEZ TU MUJER ME MANDÓ
Apenas después de su partida encontré un amigo nuestro, Don Antonio, en el centro, afuera de su tienda de ropa y artesanía. Don Antonio tiene raíces indígenas y practica rituales prehispánicos. Le hablé de lo que había pasado con Iris sin entrar en todos los detalles y me dijo: “El amor no se muere. Ella nada más se nos adelantó para abrir caminos.” Le pregunté: “¿Voy a verla?” y me contestó: “En un ratito.”
En ese tiempo tuve la práctica de caminar por el centro de Cuernavaca dos o tres horas, dando vueltas. Iba por la calle Lerdo de Tejada y vi una mujer que desde lejos se parecía a Iris, casi una gemela, morenita, guapa y vestida al estilo de Iris, con una falda larga y una blusa sencilla. Cuando me acerqué no quería mirarla fijamente pero no pude evitarlo.
Caminé hasta la catedral y afuera vi unas obras de arte que siempre están por allí cada fin de semana. Me llamó la atención una hecha de metal brillante. Era una representación del Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Cuando Iris estaba en coma en terapia intensiva, le comenté a mi cuñada, Lluvia: “¡Me siento como Popocatépetl, esperando que mi mujer dormida se despierte!”
¡Volví a mirar la obra de arte y de repente la misma mujer con los rasgos de Iris apareció frente a mí! Le pregunté: “¿Te conozco?” y me contestó: “No sé, no eres mexicano.” Le dije sí “¡Soy chilango!”. Me dijo “Y yo soy francesa.” A lo que pregunté “¿Ah Parlez vous francais?” nos reímos y me pidió cambio por un billete pero no tuve. Me dijo que se llamaba Jimena. Entonces regresó a una mesa y se sentó con quien imaginé, era su pareja. Otra vez no quería mirarla fijamente pero no pude evitarlo.
Pasaron tres días y yo estaba sentado afuera del restaurant bar La Guayaba, en un banco porque me gusta ver a la gente y muchas veces Iris quería fumar y nos sentábamos afuera. ¡Jimena llegó y entró¡ Yo entré para pedir otro mezcal y le saludé: “Hola Jimena. “¿Recuerdas mi nombre?” Me dijo, y claro que sí, porque su es casi como gemela. Me preguntó si fumaba y le dije que no. Empezó a quejarse sobre las normas de no fumar adentro y salió conmigo. Se sentó en un banco a mi lado igual como lo hacía Iris muchas veces. En este momento tuve que hablarle sobre Iris y empecé a llorar. Jimena me dijo: “Ah compa, tal vez tu mujer me mandó para decirte que en México la muerte no existe. Estoy bien. Tranquilz…..”
NO CREO EN DIOS PERO CREO EN IRIS
Después de la partida de Iris recibí unas visitas de colibríes. Una de las más impresionantes.
Tenía una práctica para meditar con música relajante que era mi forma de comunicarme con Iris. Había planeado un viaje a mi tierra para hacer un culto en memoria de mi mamá. Elegí el 14 de abril, que es el aniversario del matrimonio de mis padres y también el cumpleaños de Iris. Otra vez una coincidencia entre Iris y mi familia.
En medio de una meditación, antes de irme, le dije a Iris: “Mi amor me da miedo irme al norte porque no hay colibríes por allá.” Tomé un vuelo directo a la ciudad de Montreal y uno de mis mejores amigos, Philippe, un fotoperiodista que colaboró conmigo y conoció a Iris, me recogió en el aeropuerto. Llegamos a mi pueblo, Swanton, Vermont, que es muy pequeño con alrededor de 2 mil 500 habitantes. Pasamos por el ayuntamiento donde hay una cartelera con un logo que cambian cada mes. ¡El logo fue un colibrí! ¡Y por el otro lado un eclipse del sol y luna! Fue una bienvenida de Iris para mí.
Philippe y yo fuimos a un bar restaurante cerca del lago que se llama “Bayside”, donde mis padres se conocieron hace muchos años. Para tomar, pedimos unas cervezas. La mesera colocó dos portavasos delante de nosotros. ¡El mío tenía la imagen de un colibrí! Philippe, que es ateo dijo: “¡No creo en Dios pero creo en Iris!” También la mesera nos dejó tres cubiertas como si fuéramos una mesa de tres.
HOLA IRIS
Iris y yo abrimos una cuenta bancaria para ahorrar y comprar un terreno en Tepoztlán. Ella era la titular y yo era el beneficiario. Después de la partida de Iris decidí cerrar la cuenta. Pero fue muy difícil para mí ir al banco solo y decir a unos desconocidos que mi esposa había fallecido. Pensé en pedir el acompañamiento de mi compadre pero no estaba disponible. Pensé en unos familiares de Iris pero no quería involucrar más gente en nuestros asuntos. Estuve afuera del banco dando vueltas, cuando escuché a Iris. Me dijo: “Kim, es nuestro proyecto. Voy a estar contigo.”
Entré al banco. Le expliqué al muchacho de la entrada el motivo de mi visita. Saqué una ficha para esperar mi turno en el área de recepción. Una muchacha del banco salió de su cubículo y me preguntó qué necesitaba. Le dije que prefería hablar con ella en un área más privada. Entonces entramos a su cubículo. Le expliqué cuál era el motivo de mi visita. Ella empezó a darme una lista de los requisitos para cerrar la cuenta de alguien que había fallecido. En ese momento entró otra muchacha del banco al cubículo y quien que me atendía levantó la vista y la saludó: “Hola Iris.”
Una cosa es escuchar a Iris afuera, antes de entrar al banco, diciendo “Voy estar contigo”, eso es algo bonito… pero juntar las dos cosas está más allá de la probabilidad. Es una confirmación de las palabras de Iris de acompañarme.
BRAZOS DEL SOL
Cada mañana salgo a nuestro balcón y canto hacia el sol para saludar al sol y a Iris. Entono una de nuestras canciones favoritas “Brazos del Sol”:
Y es que no importa que digan/ que está trillado/ Hablar de amor que maldigan/ Si no han probado/ la noche en sus brazos de sol.
El 24 de diciembre de 2019 cantaba como siempre con mis ojos cerrados y mis brazos abiertos. Escuché algo revoloteando frente a mí. Cuando abrí mis ojos vi un colibrí frente a mi corazón. Voló a lo largo de mi brazo izquierdo hacia mi mano y se fue. El colibrí, que en la cosmovisión de Mesoamérica es el ave mensajera, ese día me visitó para darme mi regalo navideño; para mí fue Iris.
ELLA VENDRÁ POR TI
Mi lugar de origen también es el centro de un pueblo indígena llamado los Abenakis, el cual es parte de mi herencia por el lado de mi papá. Abenaki significa “el pueblo de la madrugada”, porque nuestro territorio se extiende hasta el mar Atlántico, donde recibimos los primeros rayos del sol del amanecer, antes que cualquier otro territorio.
Hablé con una curandera Abenaki, Rachel Whitebear, sobre la relación entre Iris y yo y lo que había pasado. Ella me dijo cuatro cosas: “Tu esposa no quería salir de este mundo. Ella te extraña desde el otro lado, como tú la extrañas a ella. Son almas gemelas y cuando te toque cruzar, ella vendrá por ti para cruzarte al otro lado.”
Nací y crecí en una zona fronteriza y ahora otra vez estoy en la línea, en frente del muro, en la cortina, entre este mundo y el otro, listo para cruzar.