Los recintos convencionales se han adaptado a los nuevos tiempos que ha impuesto la emergencia sanitaria
“Las multitudes y los efectos de la pandemia de 2020 quizás lleven a nuevas prácticas en los museos convencionales, como la banda transportadora que lleva a los peregrinos en la Villa de Guadalupe, permitiéndoles un vistazo de segundos, reduciendo los atascos”, considera Adalberto Ríos Szalay, catedrático de la Escuela de Turismo y de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
Expuso que el mundo ha cambiado y los museos comenzaron a adaptarse a los nuevos tiempos, tanto que el Consejo Internacional de Museos (ICOM) prioriza la educación y el sentido pedagógico de los museos, sobre la posesión y la ostentación elitista.
El ICOM, dijo, establece que son museos las instituciones de carácter permanente que adquieren, conservan, investigan, comunican y exhiben para fines de estudio, educación y contemplación conjuntos y colecciones de valores histórico, artístico, científico y técnico o de cualquier otra naturaleza cultural.
“Por lo anterior, los museos deben evaluar hasta qué punto cumplen con estos propósitos y participan en las innovaciones necesarias para educar y defender el patrimonio”, refirió.
En tal contexto, Ríos Szalay dijo que vale la pena revisar lo que se ha hecho, lo que se hace y lo que se piensa hacer al respecto para aportar a la necesaria redefinición del papel de los museos en el mundo porque si bien los más grandes especialistas señalan como prioridad de los museos la contemplación y el goce, “ya habríamos presenciado la aparición de diseños de confortables muebles y quizás hasta la oferta de binoculares para facilitar la observación como sucede, en el caso del diseño de mobiliario, en el aeropuerto de Gaulle, en París, donde muestran misericordia por las largas esperas”.
En su opinión, los edificios (museos), por más grandes que sean, a veces no permiten el disfrute del encuentro con lo expuesto; las muchedumbres especialmente en los veranos recuerdan aglomeraciones en los metros, no importa las dimensiones de Palacio de Versalles, ni del gran Palacio de Catalina la Grande en Rusia.
Comentó que su mejor descubrimiento sobre museos de vanguardia digital es, sin duda, el Rijks Museum de Amsterdam, El Rijksstudio, pues, dijo, es un repositorio impresionante que además no sólo muestra 125 mil obras, sino que invita a compartirlas y, curiosamente, a modificarlas y crear sobre ellas.
“Un museo en línea facilita el acceso a las colecciones, haciéndolas llegar a un público más amplio, independientemente de su ubicación, estableciendo vínculos con diferentes latitudes y sin poner en riesgo estos bienes culturales. Ahí es donde las imágenes digitales pueden ser valiosas herramientas”, expuso.
Otro ejemplo –agregó– es el caso de National Geographic, que promueve visitas virtuales a museos como una opción para conocer más a fondo las colecciones que albergan, incluyendo las ya no expuestas, todo, acompañado por explicaciones de los expertos que ayudan a entender el significado de las obras y a conocer el contexto en el que fueron creadas. “Una ventaja que no siempre se tiene en las propias visitas, in situ, a los museos”.
Adalberto Ríos también habló de la fascinación de fotografiar en los museos que conlleva el riesgo de enfocarnos tanto en la captura de imágenes, que se distrae de la observación de las cualidades y alcances de la obra presentada, pero con la ventaja de volverla a ver.