Sin embargo, dice que hace dos meses la suerte estuvo de su lado y logró colocarse como conductor de Didi, un servicio de transporte que se ofrece por medio de una aplicación de teléfono. Sin embargo, debe trabajar doce horas todos los días para poder entregar la cuenta de mil 200 pesos a su patrón y entregar el gasto a su esposa.
Bogar dice que estar frente al volante es peligroso porque algunas personas no respetan al conductor, ya que se niegan a usar el cubrebocas. Cuando les pide abordar el vehículo con las medidas de higiene algunos pasajeros se molestan con el argumento de que no están contagiados y que además pagarán por el servicio.
Refiere que durante su jornada laboral se ha encontrado con clientes que, incluso, platican que apenas se contagiaron u otros que van camino a aplicarse la prueba y aun así se resisten a llevar puesto el tapabocas.
“Uno no sabe si están bien o están contagiados y ellos tampoco nos dicen. Por eso yo desinfecto el carro por lo menos cuatro veces al día, en ningún momento me quito el cubrebocas y a los que me dicen que no se van a poner el tapabocas les niego el servicio”.