La necesidad de moverse por el espacio ha sido una acción natural del ser humano a través de la historia. En tiempos muy remotos nuestra especie traspasaba lugares con la necesidad de encontrar refugio y alimento, y una vez cumplido sus necesidades de supervivencia el andar pasa a ser una actividad simbólica que le permitió al ser humano conquistar el mundo.
El andar ha llevado al hombre a modificar el significado de espacio o, como menciona Francesco Careri en su libro Walkscapes… el recorrido se convirtió en la primera acción estética que penetró en los territorios del caos, construyendo un orden nuevo sobre cuyas bases se desarrolló la arquitectura de los objetos colocados en él.
Es decir, caminar, parar y reflexionar son las bases que fundaron la arquitectura.
Caminar, parar y reflexionar como proceso cognitivo y creativo capaz de modificar nuestro entorno natural y físico ha sido el acto que ha logrado concretar las mayores relaciones del hombre con su territorio.
Este proceso me recuerda a las acciones realizadas por el movimiento “dadaísta” y sus recorridos por la campiña francesa. Este grupo antiartístico, antiliterario y antipoético buscaba una forma de vida que rechaza absolutamente toda tradición.
Viajar es otro ejemplo del andar como acto creativo y de transformación interna. En la base del viaje hay a menudo un deseo de transformación existencial. Viajar es el acercamiento a una nueva cultura, una experiencia creativa de reflexionar y sin duda los lugares se conocen caminando, transitando de un lugar a otro, perderse sin miedo. “Perderse significa que entre nosotros y el espacio no existe solamente una relación de dominio, de control por parte del sujeto, sino también la posibilidad de que el espacio nos domine a nosotros. Son momentos en la vida en los cuales empezamos a aprender del espacio que nos rodea…” (La Cecla, Franco, Perdersi, I’uomo senza ambiente, Laterza, Bari, 1988, citado en Walscapes de Francesco Careri pag.36)
Esta pequeña introducción del andar como proceso cognitivo, creativo y reflexivo nos sugiere pensar en esta actividad como una necesidad de avanzar, de madurar en todos los juicios de la vida y yo, por mi parte, los invito a salir a caminar su ciudad, de parar, observar y crear su propio criterio sobre lo que es bueno para el bien común de nuestra pequeña pero compleja ciudad, Cuernavaca.