Reconozco una conexión especial con las bellas artes, todas pertenecen al ámbito de la creación, es decir, de la libertad y la pasión. Hablaré de mi caso, en forma de una aburrida lista:
Arquitectura | Mis primeras lecciones me las dio la Ciudad de México, paseando por el Centro Histórico, la Roma o la Escandón, origen de mis genes. En cada calle hay edificios sorprendentes, que me hacían voltear y admirar. Con frecuencia preguntaba qué era eso o qué hacían ahí. Además de las formas, me sorprendía que la gente entrara y saliera de los adornados pórticos sin reparar en ellos. Los edificios siguen siendo para mí una experiencia casi mágica. A veces paseábamos cerca del Parque España solo para “ver casas bonitas”. Algunos de los sitios más tremendos para mí son el Teatro Metropólitan, Palacio Nacional y avenidas como Amsterdam y Reforma. Luego conocí a Luis Barragán y a los hartistas y entonces Ciudad Satélite y muchas cosas tuvieron sentido. Destaco la relación de la arquitectura con el plano cartesiano, el número áureo y las construcciones griegas. Arquitectos no conozco ninguno que ejerza, ¿por qué será? En fin.
Escultura | He experimentado poco, pero ha sido significativo. Los talleres de artistas con hornos y otros artefactos me parecen refugios de alquimistas. Un día entré a uno donde, según recuerdo, se elaboraban piezas del maestro Víctor Manuel Contreras, sublime. El dominio de la tridimensional, creada de la nada, es algo que aún no comprendo bien, pero me fascina. Es quizás la bella arte más reproducida como artesanía, como en las Grutas de Cacahuamilpa, las pirámides de Teotihuacán y diversas ciudades de Michoacán y el resto del país.
Danza | La cumbre del refinamiento. Admiro tanto a los bailarines. Los he visto deslizarse por las duelas, danzar en las calles y flotar sobre las nubes (ora, ora). En todos los que he conocido reconozco cierto aire de superioridad inigualable. Y los comprendo. Dominan su cuerpo como ningún otro artista, lo muestran a detalle al actuar y además enseñan al mundo a conservarlo. Su lenguaje es más del cerebro reptiliano, tal vez, pero para expresarse no necesitan pronunciar palabra, hacer ruido alguno ni complicarse en tramoyas ni construcciones: con apenas breves movimientos son capaces de conmover al burócrata más apático. Recuerdo en especial la danza butoh, la relacionada con la ópera y ciertas piezas contemporáneas mexicanas que me han dado escalofríos (en buena onda).
Pintura | La conozco más que a otras. No porque sepa cómo se hace, sino que trabajo con discursos visuales con frecuencia en la edición de libros. Los admiro, porque nunca pude hacer un muñeco en mis cuadernos o porque dominan el color como nunca podré hacerlo. Mi vivienda está, sino llena, algo adornada con pinturas interesantes que me gustan y he comprado a amigos o conocidos (o que he recibido como regalos). Con frecuencia acudo a galerías a conocer del arte moderno, aunque debo decir que poco entiendo y menos me gusta.
Música | Mi relación más estrecha. Desde niño fui formado con baladas, boleros, tangos, clásica, popular, cumbias, quebraditas y demás. Canté, ya lo he dicho, para vivir (sobrevivir) cinco años y aún me encanta pegar de gritos en los karaokes. Tengo amigos músicos (compositores, cantautores, maestros, intérpretes, cantantes, ingenieros, DJ) y espero tener más. Los admiro, cierto, pero también confirmo prácticamente todos los prejuicios que recaen sobre el gremio: desvelos, ambiente, poco compromiso, intensidad, adicción, infidelidad y buen humor, todo en el mismo combo. Mi oído disminuido no me dejará hacer mucho en la música, ni hablar.
Cine | Soy un cinéfilo de poca monta. Después de ver cine de arte una década, caí rendido a los encantos de Marvel y sus secuaces, aunque también he sido cliente de Vidoecentro, Blockbuster, Netflix y otras marcas (pero nunca de la terrible piratería). Me encantaría que muchas de mis obras fueran llevadas al cine y trabajaré por ello.
Por su parte, el teatro no es una de las siete, más bien las incluye a todas. Escribo dramaturgia porque me parece una experiencia necesaria como escritor y acudo a las tablas cuando puedo. Muchas gracias, los quiero mil.