Hace unos días recibí una noticia demoledora, me reuní con mi amigo, mi concuño, mi médico y me dio el resultado de mi último Pet: hay en mi cuerpo varias metástasis de mi cáncer; mi decisión, ya pensada, fue parar todos los tratamientos y dejar que la enfermedad siguiera su curso, para no someterme a más palizas, pues ya no había esperanza de curación. Este acontecimiento, de alguna manera, lo esperaba; a mi mismo me sorprendió la paz que me invadió ¿era producto de mi fe, heredada de mis padres sembrada en mi escuela y asumida por mi?, ¿era la tranquilidad de haber tratado toda mi vida (78 años) de permanecer fiel a mis valores y convicciones?, ¿era la satisfacción de ser afortunado por tener una vida plena y en lo humano, razonablemente feliz? Concluí que era un conjunto de todo. Increíble, pero hace seis meses me dio Covid 19, y sentí más miedo, soledad, angustia y abandono en el pabellón Covid del Hospital Español en el que pasé 16 días terribles, me desesperé y sufrí; más que ahora con este panorama, recordé que ahí me sentí rescatado por mi fe y por el amor de los míos, que, aunque a distancia, estaban conmigo.
Ahora estoy tranquilo y hasta feliz, mi fe en Dios es fuerte, tengo una paz extraordinaria, gozo cada día y cada momento que me es regalado; aprecio más todo, solo pido oraciones para que lo que sigue de mi enfermedad, pueda vivirlo tranquilo y en paz, para que no caiga en desesperación por los dolores físicos que probablemente experimentaré, para que este último tramo del camino, Dios me sostenga y me ayude atravesar por esto.
Platico mucho con mi mujer, mi compañera por 57 años, decidimos enfrentar juntos esta experiencia, más cerca que nunca, buscando cada día el consuelo de la Palabra, la Eucaristía y la cercanía del Señor; probablemente piensen ustedes que solo es una ilusión, para nosotros es una certeza y con esa alegría la vivimos.
Respecto de la vida, todos tenemos una fecha de llegada y una de salida, nadie se ha quedado para romper ese paradigma, la mía esta próxima, tengo infinito agradecimiento de lo que ha sido mi historia, como la de todos ha tenido sus momentos fáciles, otros dolorosos y difíciles pero en la sumatoria, mi vida ha sido hermosa y gratificante. Tengo mucho deseo de ver a Dios cara a cara y de encontrarme con muchos, muy queridos, que se me adelantaron y eso aumenta mi esperanza y es consuelo.
Agradezco mi caminar por la enfermedad porque me ha permitido hacer recuento de mi vida, organizar mi partida y disfrutar de innumerables muestras de amor y de compañía; pienso que el dolor tiene un rostro amable porque todos sacamos nuestra capacidad humana para enfrentarla y los otros sus recursos para amar; lo que nos manifiesta a todos la grandeza interior, que es el núcleo de nuestra esencia espiritual, es delicioso tocarnos desde lo que somos, maravillosos seres humanos.
De mi vida me siento muy satisfecho, todo se me permitió vivir y disfrutar: múltiples experiencias, gustos, deportes, familia, amigos, viajes, mi pasión por la ópera, juegos, mi desempeñó profesional (mi último trabajo en Televisa por 21 años que fue padrísimo) y sobre todo mi mujer y mis cinco hijas, mis 14 nietos y mis 2 bisnietas.
Tengo cariños extraordinarios, he reído más que he llorado. Aprovecho este momento para expresar mi agradecimiento a mi familia Morales Camporredondo en ella nací, crecí y me formé, todos somos “complicaditos” pero gente de bien, ahí vive mi alma gemela, mi hermano Manuel; invaluable para mi ha sido la familia Andere Martínez, son un abanico increíble de diversidad y encuentro, por mi matrimonio con Raquel me uní a esta familia y encontré el espacio alegre, la presencia incondicional, el amor; hemos compartido valiosas experiencias, a todos los amo, agradezco el haber compartido mi vida con ellos, para mi ha sido increíble el amor de Mónica y de Nacho, ahora compartimos la cruz de la enfermedad y el dolor, la impotencia de no poder disminuir su sufrimiento como ellos tantas veces han aligerado el mío; y mis amigos, hermanos escogidos, soy muy rico, imposible mencionar a todos. Mi experiencia en el encuentro humano ha sido muy reconfortante; aprovecho, desde mi corazón y con sinceridad este espacio para pedir perdón por todas las veces que no supe ser o estar para ustedes. Espero que adelante me reencuentre, con TODOS en la vida eterna. Pido encontrar la misericordia de Dios para estar en la plenitud de su presencia.
Mi vida ha tenido múltiples sentidos, también lo ha tenido mi enfermedad, deseo ayudar a muchos que están en situaciones similares para que puedan atravesar por esa difícil experiencia con paz y encontrarle también sentido, la vida como la muerte lo tienen y de eso quiero ser testigo.
Abrazo a todos los que me acompañan en esta recta final, esta es mi “ruta de evacuación”, espero que el final no se ponga tan difícil. Agradezco el amor tan grande que todos me han brindado, ofrezco mi sufrimiento por ustedes y oro y los bendigo con todo mi amor.