Los médicos de Morelos conmemoraron su día
Lo han entregado todo, cuarenta de ellos incluso la vida para cumplir con su vocación. Quienes practican la Medicina en Morelos se mantienen en lucha a pesar del cansancio acumulado durante más de un año y siete meses de pandemia por covid-19 y saben que esta ardua labor no ha terminado.
Este fin de semana se conmemoró el día del Médico, con algunas ceremonias sencillas, pero quizá lo más deseado por los profesionales de la salud es una palmada, un abrazo, por parte de sus familiares y amigos, admite en voz alta el pediatra adscrito al servicio de toco cirugía del Hospital Regional número uno del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Cuernavaca Baltazar Becerril Bautista.
Como todos sus colegas, ha tenido que enfrentar el temor, la desesperación y también la satisfacción de hacer su labor, porque en esta epidemia, ninguno de ellos ha estado exento, cualquiera que labore en el sector público o privado ha estado expuesto al riesgo.
En Morelos, el IMSS tiene una plantilla de mil 374 médicos, los Servicios de Salud mil 284, la delegación del ISSSTE 240 y el Colegio de Médicos Cirujanos cuenta con 120 afiliados. Todos, ya sea en consultorios, en quirófanos o en las áreas covid se han enfrentado con la posibilidad de enfermar o contagiar a sus seres queridos.
El llamado común de los doctores, como es costumbre llamar a los héroes de bata blanca, es la corresponsabilidad, para logar el sueño de vencer a la pandemia, pués aunque las cifras han bajado, saben que esto no ha terminado.
Esta situación ha sido algo inédito para muchos de ellos. Aunque ya vivieron la epidemia de influenza, la situación no se compara, asegura el médico Becerril, quien como los demás reconoce también la labor de sus compañeros de otras áreas de la salud.
El recuento oficial indica que cuando menos 40 médicos han muerto por covid y 744 han enfermado.
Además de la vida, el principal sacrificio -coinciden los testimonios- ha sido el tener que alejarse de la familia, en muchos casos de manera total cambiándose de domicilio, en otros viviendo en cuartos separados en la misma casa, pero comiendo distinto, separados de sus parejas e hijos, sin convivir ni poder reunirse con la familia ampliada ni con las amistades.
“Hay que recordar que llegó un momento en el que, como lo decíamos dentro y fuera de los hospitales, todos somos médicos covid, no sólo quienes entran a esas áreas, porque sobre todo al inicio no sabíamos quién podría estar enfermo… Ha sido muy difícil, hemos perdido compañeros, nuestra vida se trastornó, pero es parte de nuestra profesión y ahora es algo a lo que uno tiene que sobreponerse porque la atención médica tiene que continuar, no se puede parar, es una actividad esencial”, narra el entrevistado.
Otro tipo de afectación que han vivido los médicos, como el resto de la población, es la de tipo económico. Muchos de los profesionales del ramo, sobre todo los especialistas, tienen varios empleos y en la medicina privada, la gente dejó de acudir por miedo; sus finanzas se afectaron de forma notoria.
Posteriormente se saturó la demanda de atención en la medicina particular pero no se daban abasto y en otros casos tuvieron que dar consultas a distancia, por videollamada, por teléfono, o dejar de hacerlo por la carga de trabajo y el cansancio.
La peor experiencia
Ante la pregunta sobre cuál ha sido el momento más difícil en su carrera, el pediatra (con 15 años de experiencia y más de 10 de estudio, pues también es alergólogo) narra que en los primeros meses, cuando acababa de llegar la enfermedad a México, en el área donde labora había temor constante porque las mujeres embarazadas son una población muy susceptible cuando se enferman por el coronavirus.
“El caso más extremo que me tocó es el de una paciente que llegó cuando apenas empezaba, cuando todavía no estábamos vacunados y todos entramos con miedo al quirófano. Yo recibo al bebé y me traslado a un área contigua, pero mis compañeros ginecólogos, anestesiólogos, enfermeras, tienen que quedarse ahí con la paciente. Fue una experiencia terrible, porque siempre cuando nace un bebé lo primero que quiere la mamá es verlo; en esta ocasión fue una cesárea, una cirugía, y además súmale que está enferma y podía contagiar a cualquiera de nosotros.
Entonces extraen al bebé, lo tomo y ya me iba a otra área, pero me gritan, por favor doctor espere, la mamá quiere ver al bebé. Yo con todo el miedo del mundo -porque eso fue en marzo o abril del 2020- me paralizo. Lo pensé, pero intuía que la señora estaba muy mal, pues me regresé a enseñárselo a la mujer y le dije ‘mira este es tu hijo’ y ella lo miró porque estaba totalmente consciente, podía respirar. ¿Sabes qué ocurrió? que esa fue la única vez que la mujer pudo ver a su bebé, porque de ahí se fue a terapia intensiva, y después falleció”.
“Imagínate qué terrible, es lo más horrible que me ha tocado, no sólo en esta contingencia sino en mi carrera. Tuve que aguantarme el miedo por mi persona y por el bebé, porque la transmisión de covid de la mamá al bebé, que le llamamos vertical, no es algo que ocurra, no hay datos en el mundo, se contagian al nacer por vía respiratoria”.
La lección y el mejor reconocimiento
Para el pediatra del IMSS, acostumbrado a cuidar vidas nuevas, la lección es sobreponerse y han aprendido que para ser médicos y personal de salud hay que ser resiliente. El día del médico es un momento para reflexionar sobre lo que nos corresponde hacer ahora y en el futuro.
Pero son humanos. Por ello, comenta que de pronto “no estaría mal, y creo que para nosotros es el reconocimiento más importante, recibir una palmada, un abrazo de nuestra familia y de nuestros amigos y compañeros, porque lo hemos hecho bien”.