La marcha de ayer fue respetuosa por una razón poderosa: como muchos manifestantes, los que estaban ahí protestando son pueblo—pueblo. Podemos, sin excedernos, calificarla como gallarda porque persiste el duelo por la muerte de Tito y porque esta gente, que andaba por las calles con la frente en alto, es derecha en sus actos.
Se evidencia que el binomio Tito Barrera—Vinicio Limón, siempre entre la tempestad, el murmullo y el chisme, ahí estuvo sobre todo por el alto grado de institucionalidad de Barrera que si bien no era letrado de excelencia, contaba con un sentido común y un sentimiento de lealtad como pocos. De palabra y la respetaba hasta sus últimas consecuencias; por ello tenía amigos y era auténtico. Ellos generaban el clima de equilibrio en el importante sector productivo; no era cosa que los gobiernos sean de extracción panista o del PRI en el que militan los cetemistas, sino conservar la planta de trabajo y las condiciones a favor en tiempos de inestabilidad.
Por ahí escuchamos a un transeúnte con dotes de analista que decía que la CTM “mostraba el músculo”. No estamos de acuerdo en ello. Responsablemente salieron en domingo, ni alteraban su trabajo ni el de muchos ciudadanos más, en ningún momento agredían a alguien. Sí, lanzaban consignas que entran en el terreno de lo normal por los acontecimientos. Tito Barrera Ocampo era un hombre común, pero en sus tareas de dirigencia o militancia, tozudo, tenaz y en ocasiones irreflexivo… pero derecho y conocedor de la gratitud. Era en ese ambiente donde privilegió a sus trabajadores sobre ofertas empresariales, aunque parezca contrario, lograba todo y su gente contenta. Negociador nato pero siempre por delante la lealtad a los que lo tenían en esa mesa de negociación.
Ello y el reciente acuerdo en la reelección de Vinicio tenían una CTM fortalecida y lista para lo que viene. Ayer quedó demostrado: la Federación de Trabajadores de Morelos seguirá siendo elemento de equilibrio para que Morelos no se detenga, pero si no le ofrecen resultados, ahí sí mostrará no sólo el músculo sino la verdadera fuerza que ayer, caminando y de duelo, podría sufrir una transformación.
No fue un asunto de partido, así que ninguno puede cacarear cuando es una exhibición de dolor. No estaba el PRI en la calle. Era parte. Ni era el punto de la política ni lo iban a permitir los cetemistas; era reconocer a su dirigente, con respeto inusitado desagraviarlo, no hubo ofensa alguna para quienes abusaron y de paso enseñar quiénes son y de qué están hechos.
Los trabajadores afiliados a la CTM—Morelos, poco acostumbrado a tomar la calle, ya lo hicieron y que no se inscriba como parte del programa electoral. Aquí hay una razón que todos conocen y se llama Tito Barrera Ocampo y se conjuga con que no hay resultados sobre su homicidio. No estamos enterados si lo van a volver a hacer. Aquí no se trata de acuerdos en lo oscurito, tampoco de exigir lo imposible. Solamente de hacer las cosas y bien.