Marcela afirma que por la pandemia ha perdido varios empleos.
Hace mes y medio, Marcela Paz empezó a trabajar como checadora de rutas en la calle Galeana del centro de Cuernavaca, porque dijo que necesita dinero para solventar los gastos de la escuela de su hija, que estudia la licenciatura en medicina.
Aunque trabaja de vez en cuando, asegura que en cuestión de ingresos no le va tan mal, pues hay días en los que reúne de 150 a 200 pesos en una jornada de ocho horas.
Sin embargo, reconoce que en la actualidad 200 pesos apenas alcanzan para comprar lo básico, pero dice que de peso en peso puede juntar al menos para solventar los gastos de su casa.
La entrevistada comentó que antes de que llegara la pandemia trabajaba en el área de ventas en una empresa refresquera. Además, era comerciante en el tianguis de Chamilpa y de vez en cuando realizaba labores de limpieza en una casa.
Cuando llegó la emergencia sanitaria -refirió- fue despedida de la empresa refresquera, por lo que se dedicó solo a las ventas en el tianguis de Chamilpa, pero los proveedores aumentaron el precio de la mercancía y decidió dejar esa actividad para laborar como checadora informal.
De su labor en el sector transporte dijo que recibe de uno a dos pesos a cambio de dar a conocer a los operadores el tiempo de diferencia que hay entre una unidad y otra, pero también hay quienes no le dan ni un peso.
“No he tenido ningún percance con ninguno de los choferes, pero hay algunos que me cierran la puerta en la cara, ponen mala cara. Así los voy conociendo y cuando pasan solo apunto el tiempo que llevan y no les digo nada”.