Hoy en día hablar sobre diversidad y VIH sigue siendo tema de estigmas y discriminación, el relacionar al uno con el otro. Sin embargo, el VIH no es una infección exclusiva de una población sino de una responsabilidad relacionada al auto cuidado, de ahí la importancia de que los jóvenes accedan a una educación sexual integral que les brinde la información y herramientas para su autocuidado.

De acuerdo con el Informe Histórico de VIH/sida en México emitido por CENSIDA (al cierre del 2021 (1983-2021), se tienen registradas 203 mil 906 personas vivas con la enfermedad, de las cuales 123 mil 914 están en un rango de edad de 10 a 29 años (más de una tercera parte da la población total que vive con VIH). 

El VIH ha pasado a ser la pandemia silenciosa de nuestra sociedad, el virus sigue estando entre nosotros, entre nuestras diferentes formas de relacionarnos sexualmente, con la apertura al pleno goce de la sexualidad, el aumento del uso y consumos de sustancias psicotrópicas (chemsex) el uso de estas no ha disminuido. Por lo contrario, ha ido al alza tras el confinamiento por el covid19 y esta búsqueda de sesiones sexuales más prolongadas.

La población LGBTTIQA+ y grupos de mujeres organizadas han sido los únicos que se han pronunciado en realizar trabajos frente al VIH. Hoy en día se llevan a cabo ejercicios juveniles en los que se están poniendo sobre la mesa las problemáticas que nos aquejan y la salud sexual es una de ellas, al ser un pilar importante para nuestro desarrollo, por lo que desde la misma diversidad que implica ser joven debemos reconocer los trabajos hechos en el pasado y tomar la estafeta, para que con las herramientas, procesos y circunstancias que vivimos establezcamos bases para las futuras generaciones, impulsando nuevos liderazgos con visión de futuro.