Marco Antonio lamenta las pérdidas que le ocasiona el cierre de calles.

En su día a día como operador del transporte público, Marco Antonio Castillo dice que ha recibido comentarios negativos de algunos pasajeros, que en ese momento están de mal humor, pero afirma que se queda con las buenas vibras que le entregan los demás.

Su trayectoria en el transporte es de 16 años y a lo largo de ese tiempo -dijo- le ha tocado lidiar con la mala actitud de la gente y con el tráfico que generan las manifestaciones por el cierre de vialidades.  

Pero el gran problema -apuntó- son los bloqueos y cualquier manifestación, pues por el cierre de calles, los operadores que “se queman minutos” (se retrasen sobre el tiempo de su itinerario programado)  tienen que pagar de entre 10 y 20 pesos por cada uno de esos minuto.

En su caso -señaló- lo máximo que ha pagado son 60 pesos en un recorrido, porque la Ruta 2 cobra 10 pesos por “minuto quemado”, pero en otras organizaciones los conductores pagan el doble.

“Nosotros tenemos cierto tiempo para llegar a la base. Por eso hay checadores que nos avisan el tiempo que llevamos tanto del operador que va adelante como del que viene atrás de uno, pero el problema es cuando cierran las calles, porque para evitar pagar los minutos quemados andamos con prisa o a las carreras”. 

Marco Antonio, quien fue entrevistado en la base de la Ruta 2, afirma estar consciente de que por estar en la informalidad no tendrá derecho a una jubilación, como tampoco ha tenido prestaciones ni seguro social.

Sin embargo, no ha pensado en dejar esta actividad, porque le gusta el volante, además de que ha buscado un empleo formal, pero se le ha negado cuando menciona que laboró en el transporte público.  

“He buscado otro trabajo, pero cuando ven en la solicitud que estuve en el sector transporte me dicen que no, porque manejamos mal”.