Aunque los daños que provoca la vigorexia no son tan visibles como los de la anorexia, estaanomalía no ha sido atendida debidamente, y puede causar la muerte de quienes la padecen.
Clasificada como un trastorno de la alimentación, la vigorexia o dismorfia muscular se manifiesta como una preocupación obsesiva por el físico. Esta enfermedad afecta, básicamente, a jóvenes del género masculino, explicó Alfredo García Vázquez, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
El especialista del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental destacó que este mal no ha sido atendido con pertinencia debido a que sus efectos físicos no “lucen tan catastróficos” como los de la anorexia.
“Varios de estos jóvenes utilizan esteroides, y los efectos de estas sustancias provocan una serie de alteraciones en el funcionamiento cerebral que favorecen enfermedades psiquiátricas como depresión, ansiedad y psicosis”.
Además, el uso de esteroides asociado a las dietas altas en carbohidratos y proteínas, y el ejercicio excesivo realizado por estas personas, afectan el funcionamiento del corazón, lo que a larga puede conducir a muerte por falla cardiaca.
En EU, un estudio reveló que de casi nueve millones de hombres que acuden al gimnasio, 900 mil padecen vigorexia (es decir, un 10 por ciento). En España, un trabajo similar determinó que hay cerca de 700 mil casos, y aunque en México se trata de un padecimiento presente entre la población, no hay cifras. El único dato que tenemos a nivel nacional es que lo presentan hombres de entre 18 y 35 años.
Si en la anorexia el 90 por ciento de la población afectada son mujeres, en la vigorexia el porcentaje de varones es el mismo, expuso García Vázquez, quien añadió que este trastorno podría tener causas tan variadas como una alteración cerebral en el lóbulo parietal, que es la región en la que los humanos integramos nuestra imagen corporal, o bien la presencia de alteraciones emocionales como la depresión o la inseguridad que experimenta el individuo al no poder adaptarse a las modas corporales que la cultura impone.
El modelo fitness
Por su parte, Rosalía Vázquez Arévalo, especialista de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, detalló que los jóvenes de hoy han interiorizado el estilo fitness. Para ellos, es una regla mantener un cuerpo delgado, musculoso o marcado, como requisito para ser aceptado.
“Esto es reforzado socialmente entre los hombres. Hacer ejercicio y cuidar la alimentación ya no es opcional, sino una norma”, indicó.
En la cultura occidental prevalece la búsqueda del cuerpo perfecto. Con las mujeres, este ideal se encarna en la delgadez. En el caso de los varones, aunque parecía que su imagen corporal no era algo que les preocupara, estudios realizados desde los años 90 han demostrado que a ellos también les obsesiona el físico.
A diferencia del género femenino, que en su mayoría quiere adelgazar, independientemente de su peso, ellos siempre quieren ser más musculosos o tener más masa magra, y los que tienen sobrepeso u obesidad quieren revertir esta condición, pero no para quedar delgados, sino marcados, detalló.
La especialista de la FES Iztacala explicó que, a través de trabajos recientes, “nos hemos percatado que los modelos de revista, e inclusive los juguetes, transmiten una imagen masculina muy específica y diferente a la de épocas pasadas”.
En los años 60, los muñecos eran delgados. Ahora son musculosos, tienen la espalda ancha, la cintura marcada y las piernas voluminosas, y cada vez, con mayor frecuencia, los medios de comunicación promueven la imagen de hombres de grandes bíceps y torsos protuberantes. “De hecho, esto es ya una influencia cultural que tiene tanto sus pros como
sus contras, pues en ocasiones los varones consumen fármacos con tal de verse y sentirse como dicta la TV”.
Cultura del deporte
“La cultura del deporte comenzó a finales del siglo pasado; entonces, surgieron los primeros fisicoculturistas. Al inicio la idea era sólo tonificar y mostrar un cuerpo saludable, pero eso cambió y ahora vemos a hombres con cabeza pequeña y cuerpo enorme”.
La especialista de la FES Iztacala subrayó que para algunos, la obsesión es tan grande que dejan de lado otras actividades, como reuniones sociales y familiares, o actividades de solaz, por ir al gimnasio.
Por ello, señaló que es conveniente detectar algunos indicios de dismorfia muscular, como la obsesión por conseguir musculatura excesiva y el cambio en la alimentación (alto consumo de proteína y cero grasas), para actuar oportunamente.
Una vez identificado el problema, se debe acudir a terapia para saber qué condujo al individuo a esa condición y apoyarlo para superarla, “pues si un trastorno de esta especie no es tratado de modo adecuado, las consecuencias pueden ser fatídicas”.