Hoy se conmemora el Día Mundial de la Música y no puedo dejar de preguntarme ¿Qué sería de la vida sin su impacto?
De alguna forma las melodías vienen a vestir cada capítulo de nuestros años de existencia, desde recuerdos románticos hasta viajes o incluso malas anécdotas.
Precisamente sobre estas últimas, reflexiono en cuantas ocasiones hemos escuchado canciones diseñadas para pasar un buen rato en las fiestas o como ambientación para las comidas de jardín, sin identificar que el mensaje melódico es en realidad una lacerante espina, a un paso de pensamientos deprimentes.
Como si fuera una antítesis emocional, la gran mayoría de temas en el género de la salsa o la cumbia tienen en realidad una letra cuya temática hace alusión a desamores, dependencias y abandonos.
Haz la prueba y verás cómo resulta irónico descubrir que la propia cultura pop que llega a nuestros oídos con disfraz de algarabía, posee más bien una composición que te inyectará de nostalgia sin que te des cuenta. Y en muchas personas esa nostalgia puede ser peligrosa.
Por ello, a la siguiente que te sientas triste y alguien te sugiera escuchar “música alegre” piensa dos veces si lo que le metes a tu mente es proporcional a lo que pretendes sentir en tu cuerpo.
De ahí la importancia de ir sustentando nuestra tranquilidad en aquello que consumimos, hasta por regla cotidiana.
Feliz Día a todas y todos los músicos, y que los mensajes de esperanza se sigan escribiendo.