René es taxista desde hace 20 años
René, quien trabaja como chofer de taxi, admite que su cuerpo le exige un descanso, sin embargo, afirma que no puede dejar el volante, pues se acostumbró a esta actividad que realiza desde hace 20 años.
“Ya me siento cansado, mis hijos me piden que deje el taxi, pero ya me acostumbré. Me dicen: ‘ya no trabajes, te vamos a ayudar’, pero siento que en la casa no voy a hacer nada y siento que me voy a enfermar”, señala.
Incluso, dice que cuando el taxi se descompone y tiene que descansar dos o tres días, aunque ayuda a su esposa con las labores del hogar, no es lo mismo que salir a trabajar en la calle.
Asegura que desde pequeño agarró el gusto al volante, pues nació en una familia que laboró en el sector transporte; su papá, hermanos y tíos se dedicaban a conducir tráiler y otro tipo de camiones pesados.
Afortunadamente -dice René- sus hijos vieron las largas jornadas que implica ser chofer de taxi y no heredaron este oficio y concluyeron sus estudios.
El trabajador del volante platica que en su actividad diaria se ha encontrado con todo tipo de personas, pero lo que más recuerda son los casos de jóvenes estudiantes que utilizan el servicio y se van sin pagar.
Lo anterior -apuntó- representa una pérdida económica, debido a que en ocasiones son viajes de trayectos largos por los que cobraría hasta 120 pesos.
Explica que en los últimos tres años al menos 20 clientes se fueron sin pagar.
“Mientras van en el taxi fingen que hablan por teléfono con alguien y le dicen ‘sacas el dinero y me esperas en la esquina’ y cuando llegamos dicen: ‘ya vienen’, pasa un rato y me dicen ‘espérame porque ya se tardó’; se bajan y ya no regresan”.