Durante la plática señaló que durante años el manejo de las mascotas abandonadas ha sido inadecuado por no contarse con un centro antirrábico y de acopio animal acorde con las necesidades actuales. En las barrancas y los terrenos baldíos proliferan grupos de perros y gatos que luego subsisten y fallecen en condiciones denigrantes y que ocasionalmente reciben una atención gracias a las asociaciones ciudadanas dedicadas a atender a estos animalitos.
Señaló que un centro de control canino se ocupa de controlar la dinámica poblacional de perros y gatos mediante estudios que permiten determinar las épocas en las que deben intensificarse las acciones de captura y en su caso de sacrificio, así como las campañas de esterilización para prevenir brotes de cualquier tipo de epidemia.
Lanzó una alerta en cuanto a la venta callejera de mascotas al recordar que en la mayoría de los casos los animalitos no cumplen con las características de pureza de raza con las que los promueven quienes los comercializan, y en un importante número de casos incluso ya vienen con padecimientos que terminan con su existencia y llegan a contagiar a quienes los adquieren.
Por ello, señaló, es necesario que se apliquen las normas jurídicas federales que determinan la forma cómo deben manejarse socialmente las mascotas de especies protegidas y de perros y gatos, al tiempo que señaló que es un acto de crueldad el confinar a animales a ambientes que no corresponden con sus espacios naturales.
Por otro lado, realizó una reflexión en torno a la necesidad de modernizar el sistema de sacrificio de animales para la comercialización de carne en los mercados públicos; señaló que mientras en el rastro de Cuernavaca se sacrifican en condiciones más o menos aceptables un promedio de 45 reses diarias, a los mercados llegan más de 60 y la diferencia es sacrificada en su mayoría en espacios clandestinos donde no existen garantías ni supervisión sanitaria.
Por ello propone la modernización del rastro municipal y dar servicio a la región centro del estado, o pensar en construir un rastro que cumpla con las especificaciones que exigen las grandes cadenas departamentales y así atender el manejo de estos animales en la entidad.
Reconoció que estos temas tienen un impacto social y económico importante pues la venta de mascotas se realiza en la mayoría de los casos a través de franquicias que trasladan sus utilidades a sus lugares de origen y aquí sólo permanecen los salarios de los empleados y el pago de bienes y servicios que aquí adquieren.
Por ejemplo, en el caso del manejo de la carne de res y de cerdo, la mayoría de los grandes compradores como son cadenas departamentales y restaurantes adquieren este insumo en el Distrito Federal por la incapacidad de los productores de organizarse para atender esos nichos de mercado.