El pasado 10 de diciembre se conmemoró el Día Internacional de los Derechos Humanos. A los 74 años de su proclamación, ardua e incansable es la lucha de las organizaciones de la sociedad civil, entidades gubernamentales, colectivos juveniles y demás organismos promotores y defensores de los Derechos Humanos para que estos puedan ser de uso y conocimiento general para todas las personas.

Si bien cada contexto y circunstancia en las naciones del mundo es particular, los principios fundamentales de los Derechos Humanos son los que nos brindan justamente la garantía de que todas y todos, sin importar en que rincón del mundo nos encontremos, podamos ejercerlos y vivirlos a plenitud. Lamentablemente, en aquellos Estados/nación que son dirigidos por líderes autoritarios que restringen muchos de los derechos básicos, como la libertad de expresión, el derecho a la democracia, a elegir una religión diferente a la impuesta por la cultura en sus determinados territorios, a la seguridad y demás, hacen aún imposible que podamos vivir auténticamente libres e iguales, ya que no todos poseemos en mismo grado la dignidad humana que justo promueve la “Declaración Universal de Derechos Humanos” de las Naciones Unidas.

Será entonces importante seguir sembrando, desde la educación para las presentes y futuras generaciones la visibilización de los distintos modelos de formas de vida que permitan que las personas podamos ayudarnos los unos a los otros a través de la cooperación, el respeto mutuo, la tolerancia a las distintas formas de pensamiento, la empatía con los más desfavorecidos y el entendimiento del porqué de la existencia de la diversidad, porque como bien versa el artículo primero de la DUDH: “y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Por el progreso del género humano.