Con aromas húmedos escondidos y muros gruesos que rezan a través de ecos por cada rincón de las estructuras de estilo europeo, la hechura de los conventos y monasterios en el estado de Morelos son todo un símbolo que muestran la fusión de culturas y credos como en ningún otro lugar.
Tanto el conocimiento europeo como indígena dieron pie a la construcción de estas estructuras donde el tezontle y la pedacería de roca volcánica son las primeras señales de la intervención autóctona. Cuernavaca, Tepoztlán, Oaxtepec, Tlayacapan, Totolapan, Atlatlahucan, Yecapixtla, Ocuituco, , Tetela del Volcán, Hueyapan y Zacualpan de Amilpas son poblados y municipios donde la senda por la enseñanza de la religión católica desde tierras desconocidas tuvo lugar; algunos de ellos con detallados frescos florales y angelicales que expresan así toda figura fantástica que habrá de dar cobijo a la prístina civilidad advenediza desde Iberia.
La historia acumulada de 500 años en estos espacios habla de una experiencia casi arrobada por esas "voces" que se dejan escuchar entre esculturas de estuco y techos elevados. La oscuridad y los pasillos interminables, las ventanas que indican paisajes como si fuesen pinturas de artistas reconocidos, los signos de las diferentes órdenes estampadas y esculpidas en puertas y accesos crean un ambiente de escuderías protectoras. El acogimiento o rechazo de estos lugares depende de las diversas susceptibilidades, pues no siempre se llevaron a cabo "buenas obras", sino que también prevalecieron actos escabrosos e inefables para el convencimiento de los nuevos cánones eclesiales.
Recorrer los caminos o rutas donde además nacen "apantles" o arroyos naturales, donde los cielos dibujan las montañas formando "altares" para cualquier creencia, ahí donde el viento cruza y penetra haciendo catarsis a los corazones distraídos.
Monasterio.
Natividad.
Portal.
Torre.