Como mencionamos en la primera parte, nuestro país cuenta con un sistema de libre flotación para la determinación del tipo de cambio, en función de la oferta y demanda de dólares. Los residentes demandamos dólares para comprar bienes y servicios del exterior (importaciones) y saldar deudas contraídas por capital e intereses en esta moneda, mientras que la oferta está representada por la venta de bienes y servicios al exterior que hacemos (exportaciones) así como la entrada de capitales como son la inversión extranjera directa (para establecer empresas que se quedarán a largo plazo), los extranjeros que invierten en instrumentos de renta fija en Cetes por el atractivo que dan las altas tasas de interés (estas inversiones se consideran capital golondrino, que cuando deja de ser atractivo el premio abandona el país para irse a refugiar en otros mercados que le garanticen una mayor ganancia y garantía de devolución), por lo que es al que menos hay que apostarle y que debido a las grandes crisis inflacionarias y devaluatorias de sexenios anteriores obtenían ganancias superiores al 125% anual para evitar su salida, como fue en los períodos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, pero que huyen cuando observan incertidumbre y crisis política generada por intereses de opositores a un régimen al cual desean su fracaso. Me río ahora que se espantan y alarman a la sociedad por tasa de inflación del 7% anual, cuando además esta fue generada por problemas de índole mundial como fueron la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, y que a la fecha de esta columna ya se sitúa por debajo del 5%, debido a un buen manejo y conciliación con los factores de la producción, a diferencia de los pactos firmados en el pasado con los actores que lo único que hacían era reprimirla o contenerla por un breve lapso, para que una vez abandonado el acuerdo por incapacidad real para sostenerlo, esta se desatara a índices mayores.
Otra forma de llegada de dólares de extranjeros son los invertidos en fondos de inversión creados por instituciones financieras del país, algunos de estos ya operados por el gigante financiero neoyorquino BlackRock, quien tiene injerencia en la operación de más de 65 empresas que operan en nuestra Bolsa de Valores, y que también opera en el mercado variable, aunque con fines especulativos también. Una parte sí se puede considerar como ahorro en este tipo de instrumentos tanto de renta fija como variable (acciones de empresas mexicanas) pero no se conoce en qué porcentaje en cada caso.
En resumen, en esta parte solo hemos tratado solo uno de los componentes que inciden en el valor de nuestra moneda respecto al dólar: importaciones, exportaciones, inversión extranjera directa, en valores de renta fija y variable, por lo que en la siguiente entrega analizaremos el comportamiento de estos a través de la balanza comercial y de pagos, esta última que cuando es deficitaria obliga a la contratación de deuda externa para equilibrar entrada y salida de dólares para no devaluar. Al final haré de nuevo un resumen de cada uno de los elementos o mejor dicho los indicadores básicos de la economía mexicana que sostienen el comportamiento del superpeso. Pido disculpas de antemano por fraccionar el artículo debido a problemas de espacio, pero así doy mas tiempo a la comprensión de lo que algunos de mis lectores que se han comunicado consideran áspero o desconocido, pero que en su primera parte me manifestaron que aprendieron algo que desconocían por completo en un lenguaje coloquial y sencillo. Por su retroalimentación, mil gracias.