El esoterismo, tesoros prehispánicos, presencias virreinales y una contracultura pulsante son los términos apropiados para dar cuenta de un paralelo que nos sugiere una introspección sutil y necesaria.
Mitos, historias, leyendas, cuentos ancestrales y modernos que van desde avistamientos de ovnis y abducciones extraterrestres, hasta cuevas que aparecen y desaparecen seduciendo al caminante, rebotan por sus calles empedradas forjando callejones que guardan secretos sólo comprensibles cuando se aliviana el pensamiento; gente proveniente de todo el mundo procuran una atmósfera interesante por sus ritmos de vida y producción cultural diversa. El convivio, la gastronomía local y la hospitalidad que acepta diferencias se reúnen en esta tierra que no cesa de alentar a todo aquél que por destino tuvo a bien encontrarse en este lugar.
A sólo veintisiete kilómetros de la Ciudad de Cuernavaca, se encuentran estas colinas montañosas cuyo nombre tiene origen del náhuatl y que significa “Lugar del hacha de cobre”. Con ocho barrios de traza colonial cada uno con ubérrima representación en todos los aspectos, Tepoztlán es un lugar para meditar y reconciliarse consigo mismo.
Tepoztlán es vórtice de confluencia de vientos generando un remanso donde impera la ausencia de prejuicios, un centro polifacético para el arte y la cultura de quien llega y comparte lo mejor de sí para un entendimiento comunal.
Chinelos.
Pasillo Tepozteco.
Templo.
Rúa-001.
Chinelos en Tepoztlán.