Toca el turno a la recaudación fiscal, tan necesaria en un sistema que se precie de ser autosuficiente para no depender de préstamos para equilibrar sus finanzas y cumplir al mismo tiempo con los programas de gobierno en materia de educación, seguridad social y obras de infraestructura. De acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), Anuarios de Estadísticas y Finanzas Públicas y Archivos de Datos, y estimaciones del PIB del Banco Mundial y de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico de los Estados), la recaudación impositiva promedio en el mundo era de 14.2% con relación al PIB en 1991, y para 2021 (30 años después) creció a tan solo 15.7%. Esta útima cifra puede ser engañosa, toda vez que todos los países experimentaron una fuerte caída de su PIB y recaudación en 2020 y 2021, derivado de la pandemia y puede arrojar una proporción optimista, pero es la única medida establecida para medir este comportamiento. Habrá que esperar a las cuentas de 2022 para ver su proporción real. México se encuentra ligeramente debajo de este promedio con 13.9%, pero sorprendentemente se encuentra por encima de nuestros dos principales socios comerciales: EU con 11.2% y Canadá con 13.3%. En contraste, baste señalar que los países con una mejor relación por su fuerte carga impositiva son Dinamarca con 35.5%, Nueva Zelanda 28.8%, Suecia 27.3%, Reino Unido 26.4%, Noruega 25.7% e Italia con 25.4%. Alemania se sitúa en 11.2%.
Todos sabemos por estimaciones de especialistas en la materia y datos oficiales, que la economía informal que no paga impuestos es de alrededor del 50%, y que si algún gobierno encontrara una forma simple para que esta importante fuerza económica cuya mayor parte se realiza en efectivo contribuyera con una parte de impuestos (un RESICO más simplificado, por ejemplo), otro gallo nos cantaría, y es que la mayor carga impositiva se concentra en la clase trabajadora -con un 52% del total- y las pequeñas empresas, habida cuenta de la grandes concesiones que gobiernos anteriores (desde los 70´s) dieron a las grandes empresas y grupos con un sistema de consolidación fiscal que fue eliminado por este gobierno y mediante el cual su carga tributaria era mínima o nula, así como las condonaciones que el titular del Ejecutivo en turno daba por gracia divina a amigos y comparsas del régimen. De esta manera, los ingresos tributarios ascendieron a 4 billones 826 mil MDP en 2022, comparados con los del año 2018, último de EPN y que fueron de 3 billones 62 mil MDP, o sea un 58% más. En materia de impuestos en aduana también se destaca un incremento en la recaudación, al pasar de 949.7 mil MDP contra 1.4 billones DP en 2021, una vez que se redujo sustancialmente la evasión en el contrabando documentado, que significa tasar las importaciones en un valor menor o clasificarlas en conceptos que pagan menos impuestos. El IVA es la estrella, con un 62% del total. En resumen. Podemos decir que en lo que se refiere a la recaudación, este gobierno cumple al menos en corregir la gran fuga que existía con las grandes empresas, la eliminación de factureras que sangraban las finanzas públicas cometiendo el delito de evasión fiscal e induciendo a terceros con el mismo propósito. En el primer semestre de 2023, la recaudación aumentó en 85,295 MDP, o sea un 4%, por lo que este año se llegará a una nueva cifra histórica en relación con el PIB, echando por tierra los argumentos de quienes “vaticinan” sin argumento sólido alguno una crisis financiera, con un peso que se mantiene con una revaluación del 17% con relación al 2018, y que no hay calificadora u organismo mundial alguno que pronostique lo contrario. Allá aquellos que escuchen el canto de las sirenas.