La arquitectura ha mostrado ser la representación física y espacial de la sociedad, sin embargo, la arquitectura nace desde las primeras representaciones visuales y esquemáticas de lo que va a ser en un futuro. Estos esquemas se han representado desde los inicios de la arquitectura, por ejemplo, los dibujos rupestres.
Posterior a esto se fueron empleando dibujos más complejos y detallados de la arquitectura y la ciudad, a lo que se conoce como la ilustración.
La imagen ilustrativa en arquitectura puede ser tan contundente que la imagen hable por sí misma algo icónico. En casos particulares, la imagen queda grabada en el colectivo social como si fuera una fotografía. Hay arquitecturas que han elevado su estatus icónico gracias a la representación gráfica en la que se ha invertido, tanto antes del proyecto como después. Un claro ejemplo es la arquitectura de Louis I. Kahn, cuyas representaciones ilustrativas, basadas en la geometría de su arquitectura, han perdurado con el tiempo, tanto que al verlos somos capaces de reconocer el lenguaje del autor. Otro ejemplo que a mi parecer es contundente son las ilustraciones de los edificios del arquitecto japonés Arata Isozaki, que plasman no solo a su arquitectura sino a toda la cultura japonesas, que centra las bases de su representación en el dibujo.
El uso de la ilustración en la arquitectura se asienta en los gestos principales de los arquitectos: abstracciones geométricas simples de manera muy conceptual, el uso de texturas, colores y formas sencillas, pero con un tremendo simbolismo. Este material distintivo nos permite identificar, sin lugar a dudas, el edificio o el arquitecto del que nos quieren hablar.
Al final, el dibujo abstracto es la permanencia de nuestros recuerdos interpretados por el pensamiento crítico de los arquitectos para resolver un problema. Por otro lado, en cada representación se implanta el sentimiento del autor, su identidad y su forma de ver la arquitectura.